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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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despacio una naranja y dándole después a Paul los gajos amarillos, que él come<br />

uno tras otro, pensativo, con <strong>el</strong> ceño fruncido: está pensando en otra cosa.<br />

[El <strong>cuaderno</strong> azul empezaba con una frase:]<br />

Parecía que Tommy acusaba a su madre.<br />

[Luego Anna había escrito:]<br />

Subí a mi cuarto después de haber presenciado la escena entre Tommy y<br />

Molly, y al instante empecé a convertirla en <strong>el</strong> argumento de un cuento. Me pareció<br />

que al obrar así —transformarlo todo en una historia— encontraba una forma de<br />

evadirme. « ¿Por qué no escribir simplemente lo que pasó hoy entre Molly y su<br />

hijo ¿Por qué no me limito a describir lo que ocurre ¿Por qué no escribo un diario<br />

Está claro que transformarlo todo en una historia imaginaria es, simplemente, un<br />

modo de no enfrentarme con alguna verdad importante. Hoy era clarísimo: me<br />

sentía muy turbada ante la p<strong>el</strong>ea de Molly y Tommy, pero luego he subido aquí y<br />

me he puesto a escribir una historia sin pensarlo dos veces. Voy a empezar un<br />

diario.»<br />

7 de enero de 1950<br />

Esta semana Tommy ha cumplido diecisiete años. Molly nunca le ha dado<br />

prisas para que decidiera su porvenir. Al contrario, no hace mucho le dijo que<br />

dejara de pensar en <strong>el</strong>lo y se marchara de viaje a Francia por unas semanas, para<br />

«ensanchar sus ideas». (Él se irritó cuando su madre usó esta expresión.) Hoy ha<br />

entrado en la cocina decidido a p<strong>el</strong>ear; Molly y yo lo hemos notado tan pronto como<br />

ha aparecido. Hace ya una temporada que siente hostilidad hacia Molly. Empezó<br />

después de su primera visita a la casa de su padre. (De momento, no nos dimos<br />

cuenta de lo mucho que le había afectado aqu<strong>el</strong>la visita.) Fue entonces cuando<br />

comenzó a criticar a su madre por ser comunista y «una bohemia». Molly tomó a<br />

risa estos reproches y le dijo que las mansiones en <strong>el</strong> campo, llenas de hidalgos y<br />

de dinero, eran muy entretenidas para visitarlas de vez en cuando, pero que tenía<br />

mucha suerte de no verse obligado a vivir en una de <strong>el</strong>las. Hizo una segunda visita<br />

pocas semanas más tarde, y cuando regresó junto a su madre se mostró<br />

excesivamente cortés y hostil. Entonces decidí intervenir: le conté la historia de<br />

Molly y su padre —pues <strong>el</strong>la, por orgullo, nunca lo hubiera hecho—, la forma en que<br />

él la acosó con cuestiones de dinero para hacerla volver a su lado, las amenazas de<br />

que diría a sus patronos que era comunista y demás para que la despidieran; en<br />

fin, toda la siniestra historia. Al principio, Tommy no me creía. Nadie podía resultar<br />

más encantador que Richard durante un fin de semana; me lo imagino muy bien.<br />

Después me creyó, pero eso no remedió nada. Molly le sugirió que fuera a pasar<br />

todo <strong>el</strong> verano a casa de su padre, y así tendría (eso me lo dijo a mí) <strong>el</strong> tiempo<br />

necesario para deslumbrarse. Fue. Estuvo seis semanas. Una mansión en <strong>el</strong> campo,<br />

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