09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

muerte. Nos quedamos mirando aqu<strong>el</strong>lo en silencio, hasta que <strong>el</strong> silencio fue<br />

invadido poco a poco por un ruido de algo que crujía y se arrastraba rechinando. Al<br />

mirar hacia <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, vimos a los saltamontes; su grosera y desorganizada<br />

fecundidad tenía varios centímetros de espesor y nos rodeaban por todas partes. El<br />

invisible proyeccionista que pasaba la p<strong>el</strong>ícula cortó aqu<strong>el</strong>la escena, como si dijera:<br />

«Ya basta, sabéis muy bien que todavía está». E inmediatamente empezó a pasar<br />

otra parte de la p<strong>el</strong>ícula. La pasaba poco a poco, porque había una dificultad<br />

técnica, no sé cuál, y varias veces <strong>el</strong> proyeccionista volvía atrás para volverla a<br />

pasar. La dificultad era que la p<strong>el</strong>ícula no se veía bien, pues la habían filmado mal.<br />

Dos hombres, que eran <strong>el</strong> mismo, pero que estaban partidos en la p<strong>el</strong>ícula,<br />

parecían luchar en un silencioso du<strong>el</strong>o de voluntades a fin de aparecer en la<br />

p<strong>el</strong>ícula. Uno era Paul Tanner, <strong>el</strong> hombre que provenía de la clase obrera, que se<br />

había hecho médico y al que le había sostenido en la lucha una ironía seca y crítica;<br />

sin embargo, aqu<strong>el</strong> rasgo que había sido su arma, había destruido su idealismo. El<br />

otro era Micha<strong>el</strong>, <strong>el</strong> refugiado europeo. Cuando por fin las dos figuras se fundieron,<br />

se creó una nueva persona. Yo pude ver <strong>el</strong> momento en que esto ocurrió. Fue como<br />

si la forma de un ser humano, <strong>el</strong> molde existente para contener la personalidad de<br />

Micha<strong>el</strong> o de Paul Tanner, se hinchara y transformara, como si un escultor trabajara<br />

desde <strong>el</strong> interior de su materia y cambiara la forma de la estatua apretándose con<br />

los hombros y las caderas contra la sustancia que había sido Paul, que había sido<br />

Micha<strong>el</strong>. La nueva persona era de tamaño mayor, tenía <strong>el</strong> carácter heroico de una<br />

estatua, pero, sobre todo, yo sentía su fuerza. Entonces habló, y yo pude oír <strong>el</strong><br />

sonido d<strong>el</strong>gado de la voz real anterior a ser tragada o absorbida por la nueva voz<br />

fuerte:<br />

—Anna, querida, no hemos fracasado como nos pensamos. Hemos pasado la<br />

vida luchando para que gente un poco menos estúpida que nosotros aceptara<br />

verdades que los grandes hombres ya sabían desde siempre, cosas como que<br />

encerrar a un ser humano y aislarlo completamente le convertiría en un loco o en<br />

un animal. Ellos siempre han sabido que un pobre hombre temeroso de la policía y<br />

d<strong>el</strong> casero es un esclavo. Siempre han sabido que la gente asustada es cru<strong>el</strong>;<br />

siempre han sabido que la violencia origina más violencia. Y nosotros lo sabemos.<br />

Pero ¿lo saben las grandes masas de gente que van por <strong>el</strong> mundo No. Por eso,<br />

nuestro trabajo es decírs<strong>el</strong>o, ya que los grandes hombres no quieren tomarse esa<br />

molestia. Ellos tienen la imaginación ocupada en cómo poblar Venus; en sus<br />

mentes ya están creando visiones de una sociedad llena de seres humanos libres y<br />

nobles. Mientras tanto, los seres humanos van diez mil años retrasados y son<br />

prisioneros d<strong>el</strong> miedo. Los grandes hombres no quieren tomarse esa molestia. Y<br />

tienen razón. Porque saben que estamos nosotros, que somos los que empujamos<br />

la piedra; en realidad, saben que seguiremos empujando desde la parte más baja<br />

de la montaña, mientras <strong>el</strong>los están en la cima, ya liberados. Toda la vida, tú y yo,<br />

la pasaremos gastando las energías, <strong>el</strong> talento, para conseguir que la piedra<br />

ascienda un par de centímetros más. Ellos confían en nosotros y tienen razón; y por<br />

esto a fin de cuentas no somos inútiles.<br />

La voz fue haciéndose, más tenue, pero la p<strong>el</strong>ícula ya había cambiado. Era<br />

más superficial. Escena tras escena, se encendía, se apagaba; yo sabía que aqu<strong>el</strong>la<br />

breve «visita» al pasado era de aqu<strong>el</strong> modo para que me acordara de que todavía<br />

tenía que trabajar en <strong>el</strong>lo. Paul Tanner y Ella, Micha<strong>el</strong> y Anna, Julia y Ella, Molly y<br />

Anna, Madre Azúcar, Tommy, Richard, <strong>el</strong> doctor West, toda esta gente apareció<br />

brevemente y volvió a desaparecer, y entonces la p<strong>el</strong>ícula se rompió o más bien se<br />

acabó, con una sacudida confusa. El proyeccionista dijo, rompiendo <strong>el</strong> silencio que<br />

siguió al fin de la p<strong>el</strong>ícula (y con una voz que me impresionó bastante, porque era<br />

una voz nueva, bastante jovial, práctica, sarcástica, una voz sensata):<br />

—¿Y por qué crees que <strong>el</strong> énfasis que le has dado es <strong>el</strong> correcto<br />

518

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!