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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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alegremente, con ligereza—: Ha sido un año malo. Para empezar, casi tuve un<br />

asunto con Richard.<br />

—Eso parece... Debe de haber sido un año muy malo para que llegaras a<br />

pensar en Richard.<br />

—¿Sabes que allá arriba las cosas están en un estado de anarquía muy<br />

interesante... Te quedarías sorprendida. ¿Por qué no has hablado nunca con<br />

Richard de su trabajo Es tan extraño...<br />

—¿Quieres decir que te interesó él porque es tan rico<br />

—¡Oh, Molly! Claro que no. No, ya te lo he dicho. Todo se está<br />

desmoronando. Toda esa gentuza de las altas esferas no cree en nada. Me<br />

recuerdan a los blancos d<strong>el</strong> África central... Acostumbraban a decir: «Pues claro, los<br />

negros van a echarnos al mar dentro de cincuenta años». Lo decían alegremente, y<br />

en otras palabras significaba: «Ya sabemos que lo que hacemos está mal». Pero ha<br />

resultado ser mucho menos de cincuenta años.<br />

—Es de Richard de quien quiero que hables.<br />

—Pues me llevó a una cena <strong>el</strong>egante. Era para c<strong>el</strong>ebrar algo. Acababa de<br />

adquirir una participación mayoritaria en todas las sartenes de aluminio, los<br />

estropajos, las hélices de avión de Europa... o algo por <strong>el</strong> estilo. Había cuatro<br />

magnates y cuatro chicas. Yo era una de las muchachas. Me senté a aqu<strong>el</strong>la mesa y<br />

miré las caras de los demás comensales. ¡Dios mío, daba miedo! Retrocedí a mi<br />

fase más primitiva de comunismo. ¿Te acuerdas Cuando una cree que hay que<br />

matar a esos hijos de puta... En fin, antes de enterarte de que los d<strong>el</strong> otro lado son<br />

exactamente igual de irresponsables. Miré aqu<strong>el</strong>las caras, no hice más que<br />

permanecer en la silla mirando aqu<strong>el</strong>las caras...<br />

—Pero esto es lo que siempre habíamos dicho —interrumpió Molly—. ¿Por<br />

qué te sorprende<br />

—Me recordó cuán verdad era. Y, además, la manera como tratan a las<br />

mujeres... Todo inconscientemente, claro. ¡Dios mío, a ratos puede que nos<br />

sintamos muy desgraciados, pero qué suerte tenemos! Los nuestros, por lo menos,<br />

son medio civilizados.<br />

—Cuenta de Richard.<br />

• ¡Ah, sí! En fin, no tuvo ninguna importancia. Fue sólo un episodio. Me trajo a<br />

casa en su nuevo Jaguar. Le ofrecí café. Él estaba a punto. Yo me quedé<br />

pensando, pues no es peor que algunos de los imbéciles con quienes me he<br />

ido a la cama.<br />

—Anna, ¿qué mosca te ha picado<br />

—¿Me quieres decir que nunca has sentido ese horrible cansancio moral, en<br />

que todo te importa un bledo<br />

—Es por la manera como hablas. Es nuevo.<br />

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