09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Quiero que dejes dormir esta noche a una amiga mía en tu habitación de<br />

arriba. Ya sabes, la que está encima de donde duermes tú.<br />

—Pero es la habitación de Janet —repliqué.<br />

Lo cierto es que no entendía lo que estaba diciendo.<br />

—La puedes trasladar a otra pieza, aunque mi amiga puede dormir en<br />

cualquier habitación. La llevaré esta noche a eso de las diez, ¿de acuerdo<br />

—¿Es que quieres traerme a una amiga aquí para pasar con <strong>el</strong>la la noche<br />

Me sentía tan confundida que no me daba cuenta de lo que quería decir.<br />

Pero estaba enfadada, y eso era algo que él debiera haber comprendido.<br />

—Sí —admitió con indiferencia, y luego añadió en un tono abstraído y<br />

tranquilo—: En fin, de todos modos no importa.<br />

Y colgó <strong>el</strong> aparato.<br />

Aqu<strong>el</strong>lo me hizo pensar, y entonces comprendí. A pesar de mi enojo, le volví<br />

a llamar, y le dije:<br />

<strong>el</strong>la<br />

—¿Quieres decir que deseas traer una mujer a mi piso para acostarte con<br />

—Sí, eso es. Mejor dicho, no es una amiga. Iba a coger a una prostituta de<br />

la estación y llevarla a tu casa. Mi idea era dormir con <strong>el</strong>la encima de tu habitación<br />

para que pudieras oírnos.<br />

No pude decir nada. Luego me preguntó:<br />

—Anna, ¿estás enfadada<br />

—No se te hubiera ocurrido una cosa así, de no haber querido enfadarme.<br />

Entonces dejó escapar un grito, como un niño pequeño:<br />

—Anna, Anna, lo siento, perdóname.<br />

Y siguió lamentándose y gimoteando. Creo que se estaba dando golpes de<br />

pecho con la mano libre d<strong>el</strong> t<strong>el</strong>éfono, o que se golpeaba la cabeza contra la pared,<br />

pues podía oír unos golpes irregulares que acaso hubieran sido una de las dos<br />

cosas. Por mi parte, sabía muy bien que todo aqu<strong>el</strong>lo lo había planeado desde <strong>el</strong><br />

principio, desde <strong>el</strong> momento que me llamó para preguntarme si podía traer aqu<strong>el</strong>la<br />

mujer a mi casa. Buscaba mi negativa para poder terminar golpeándose <strong>el</strong> pecho o<br />

dando cabezadas contra la pared. Aquél era, sin duda, su verdadero objetivo, en<br />

vista de lo cual colgué <strong>el</strong> t<strong>el</strong>éfono.<br />

Después me envió dos cartas. La primera era descarada, maliciosa e<br />

impertinente, pero, sobre todo, fuera de lugar, pues no tenía nada que ver con lo<br />

ocurrido. Se trataba de una carta que podía haberse escrito al cabo de una docena<br />

de situaciones diferentes, cada cual muy distinta de la otra. Por eso la había<br />

escrito, por su misma intrascendencia. Recibí otra carta dos días más tarde.<br />

429

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!