09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

oído que lo sucedido era muy raro, pues normalmente la esposa d<strong>el</strong> profesor, que<br />

es una mujer muy consciente de su deber con respecto a las actividades públicas<br />

de su marido, asiste siempre a las conferencias; pero a aqu<strong>el</strong>la no fue. ¡Ni siquiera<br />

<strong>el</strong>la! Bueno, lo cierto es que, a la vista de la situación, yo cometí un acto de<br />

deslealtad contra mi propio sexo. Salí al recibidor en pos de las mujeres y me<br />

encontré con que habían desaparecido todas. Muy extraño: ni una mujer a la vista.<br />

Por fin vi a mi vieja amiga Stephanie, que estaba tomando café en la cantina. Me<br />

senté junto a <strong>el</strong>la. No cabía duda de que se sentía muy distante a mí. Le dije:<br />

«Stephanie, ¿por qué os habéis marchado de la conferencia d<strong>el</strong> profesor sobre los<br />

últimos resultados de las investigaciones sexológicas». Me sonrió con hostilidad, y<br />

luego, poniendo una voz muy suave, contestó: «Querido Paul, al cabo de tantos<br />

siglos, las mujeres con una pizca de sentido común saben que es inútil tratar de<br />

interrumpir a un hombre cuando se propone decirnos lo que nosotras sentimos con<br />

respecto al sexo». Me ha costado media hora y tres tazas de café conseguir que<br />

Stephanie se mostrara de nuevo amistosa conmigo. —Paul volvió a reírse, sin dejar<br />

de mantener a Ella abrazada, y mirándola a la cara añadió—: Sí, bueno... Ahora no<br />

te enfades tú conmigo, únicamente porque soy d<strong>el</strong> mismo sexo que <strong>el</strong> profesor. Es<br />

lo que le he dicho a Stephanie.<br />

El enojo de Ella se desvaneció y se echó a reír. Pensaba: «Esta noche va a<br />

subir conmigo». Hasta poco antes había pasado casi todas las noches con <strong>el</strong>la, pero<br />

últimamente iba a su casa dos o tres veces por semana. De pronto él dijo, al<br />

parecer sin reflexionar:<br />

—Ella, eres la mujer menos c<strong>el</strong>osa que conozco.<br />

Ella sintió un escalofrío, seguido de pánico, e inmediatamente comenzó a<br />

funcionar su mecanismo de defensa: simplemente, no oyó lo que le había dicho.<br />

Luego preguntó:<br />

—¿Vienes conmigo<br />

—He decidido que no... Pero si realmente lo hubiera decidido, no estaría<br />

aquí ahora.<br />

Subieron al piso cogidos de las manos. Inesperadamente, Paul observó:<br />

—Me gustaría saber cómo os llevaríais Stephanie y tú.<br />

Ella pensó que la miraba de una manera rara, «como si estuviera probando<br />

algo». De nuevo sintió pánico, mientras pensaba: «Habla mucho de Stephanie<br />

últimamente. A ver si...». Pero su mecanismo de defensa funcionó otra vez y dijo:<br />

—Tengo la cena hecha, si quieres comer...<br />

Comieron, y al terminar, mirándola a través de la mesa, Paul exclamó:<br />

—Además, ¡cocinas bien! ¿Qué voy a hacer contigo, Ella<br />

—Lo que estás haciendo ahora —replicó <strong>el</strong>la.<br />

La observaba con una expresión irónica, de exasperación y desconcierto,<br />

habitual en él por aqu<strong>el</strong>los días.<br />

187

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!