09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

sobre Europa. Su excitación iba en aumento por minutos, y cuando por fin se<br />

encontró en Moscú, instalado en su habitación d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong> lujosamente amueblada, la<br />

excitación fue casi superior a sus fuerzas. Rondaba la medianoche cuando llegó la<br />

d<strong>el</strong>egación, por lo que la primera emoción de ver un país comunista tuvo que ser<br />

aplazada hasta la mañana siguiente. El camarada Ted estaba sentado frente a la<br />

gran mesa — ¡tan grande que en torno a <strong>el</strong>la podía acomodarse, por lo menos, una<br />

docena de personas!— instalada en la habitación, escribiendo las observaciones d<strong>el</strong><br />

día. Se había propuesto anotar cada momento de aqu<strong>el</strong> valioso viaje. De pronto,<br />

llamaron a la puerta. Dijo:<br />

—Entre, por favor —esperando que sería uno de los chicos de la d<strong>el</strong>egación.<br />

dijo:<br />

Pero eran dos jóvenes fornidos, con gorras y batas de trabajo. Uno de <strong>el</strong>los<br />

—Camarada, haz <strong>el</strong> favor de acompañarnos.<br />

Tenían unos rostros francos y sencillos, y no les pregunté dónde me<br />

llevaban. (Para vergüenza mía, debo confesar que por un instante sentí miedo, al<br />

recordar las historias que había leído en la prensa capitalista. ¡El veneno nos ha<br />

afectado a todos sin saberlo!) Bajé en <strong>el</strong> ascensor con mis dos amistosos guías. La<br />

recepcionista me sonrió y saludó a mis dos nuevos amigos. En la calle esperaba un<br />

coche negro. Subimos a él y nos sentamos en silencio. Casi inmediatamente<br />

aparecieron d<strong>el</strong>ante de nosotros las torres d<strong>el</strong> Kremlin. Por lo tanto, <strong>el</strong> recorrido fue<br />

breve. Penetramos en la fortaleza por las dos grandes entradas principales y <strong>el</strong><br />

coche se detuvo frente a una discreta puerta lateral. Mis dos amigos salieron d<strong>el</strong><br />

coche y me abrieron la puerta. Sonreían.<br />

—Ven con nosotros, camarada.<br />

Subimos por una magnífica escalinata de mármol, con obras de arte en las<br />

paredes de ambos lados, y luego recorrimos un pasillo normal y corriente. Nos<br />

detuvimos frente a una puerta vulgar, una puerta como tantas otras. Uno de mis<br />

guías llamó y, desde <strong>el</strong> otro lado, una voz ronca invitó:<br />

—Ad<strong>el</strong>ante.<br />

De nuevo, los dos jóvenes me sonrieron y me animaron con un gesto a que<br />

entrara. Se alejaron por <strong>el</strong> pasillo, agarrados d<strong>el</strong> brazo. Entré en <strong>el</strong> cuarto con<br />

osadía, pues alguna razón misteriosa me avisaba lo que iba a ver. El camarada<br />

Stalin estaba tras una sencilla mesa de escribir, que mostraba señales de haber<br />

sido muy usada, fumando una pipa y en mangas de camisa.<br />

—Pasa, camarada. Siéntate —me dijo, con afabilidad.<br />

Yo me sentí a mis anchas y tomé asiento, sin dejar de contemplar aqu<strong>el</strong>la<br />

cara honesta y amistosa, aqu<strong>el</strong>los ojos cent<strong>el</strong>leantes.<br />

—Gracias, camarada —respondí, acomodándome frente a él.<br />

Se produjo un breve silencio, durante <strong>el</strong> cual él sonreía, examinándome, y al<br />

fin dijo:<br />

—Camarada, discúlpame por causarte molestias a estas horas de la noche...<br />

266

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!