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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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—Nos vemos después. Cuando hayas terminado, si es que terminas.<br />

Yo me dirigí a la señora Boothby, intentando aplacarla:<br />

—No hubiéramos entrado si June no nos lo hubiera pedido.<br />

Pero <strong>el</strong> que fuera yo quien se excusara no le interesaba lo más mínimo, y no<br />

replicó. Así, pues, volví al salón y bailé con Paul.<br />

Durante toda aqu<strong>el</strong>la época habíamos dicho en broma que la señora Boothby<br />

estaba enamorada de Paul. Tal vez sí, un poco. Pero era una mujer muy simple y<br />

trabajaba muy duramente, pues desde que empezara la guerra <strong>el</strong> hot<strong>el</strong> se había<br />

convertido, de un lugar de paso para viajeros, en una estación de reposo adonde la<br />

gente se trasladaba los fines de semana. Aqu<strong>el</strong> brusco cambio no debió de resultar<br />

fácil para <strong>el</strong>la. Además estaba June, quien de una adolescente malhumorada se<br />

había transformado en una joven con perspectivas para <strong>el</strong> futuro. Ahora me parece<br />

que en <strong>el</strong> fondo d<strong>el</strong> estado de inf<strong>el</strong>icidad de la madre debía de removerse en<br />

aqu<strong>el</strong>los días la cuestión de la boda de June. La hija era con toda evidencia la única<br />

fuente emocional de la madre. En efecto, <strong>el</strong> señor Boothby estaba siempre detrás<br />

d<strong>el</strong> bar, y era uno de esos bebedores con los que es muy difícil convivir. Los<br />

hombres que cogen grandes borracheras no son nada en comparación con los que<br />

«aguantan la bebida muy bien», los que beben una gran cantidad de alcohol a<br />

diario, cada semana, año tras año. Estos bebedores sostenidos son un caso difícil<br />

para sus esposas. La señora Boothby sabía que perdería a June, pues ésta se<br />

marcharía con su marido a vivir a cuatrocientos kilómetros de allí. No es que la<br />

distancia fuese desmesurada; en la Colonia aqu<strong>el</strong>lo no representaba nada; pero la<br />

hija se le escaparía. Además, es posible que <strong>el</strong> desasosiego de la guerra le hubiera<br />

afectado. Una mujer como <strong>el</strong>la, que debía de llevar años resignada a que nadie la<br />

considerase una mujer, había visto durante semanas a la señora Lattimer, de edad<br />

idéntica a la suya, cortejada por Stanley Lett. Tal vez soñaba secretamente con<br />

Paul; no lo sé. Pero en retrospectiva veo a la señora Boothby como una figura<br />

solitaria y trágica. Entonces no la veía de este modo, sino que la consideraba como<br />

una «aborigen» estúpida. ¡Dios mío, es tan doloroso pensar en la gente con la que<br />

una se ha comportado de modo cru<strong>el</strong>! ¡Y se necesitaba tan poco para hacerla f<strong>el</strong>iz!:<br />

sólo con invitarla de vez en cuando a una bebida o con darle conversación lo<br />

hubiésemos logrado. Pero estábamos demasiado encerrados en nuestro grupito,<br />

hacíamos bromas estúpidas y nos reíamos de <strong>el</strong>la. Me acuerdo de la cara que puso<br />

cuando Paul y yo salimos de la cocina. Tenía los ojos clavados en Paul, con la<br />

mirada dolida, atónita, impregnada de frenética incomprensión. Y también recuerdo<br />

<strong>el</strong> tono brusco y airado de su voz, diciéndole a Jackson:<br />

—Te estás volviendo muy descarado, Jackson. ¿Por qué te pones tan<br />

descarado<br />

La norma era que Jackson tuviera libres dos horas, de tres a cinco; pero<br />

como buen siervo feudal que era, cuando había mucho trabajo renunciaba a este<br />

derecho. Aqu<strong>el</strong>la tarde no le vimos salir de la cocina hasta las cinco, y se dirigió<br />

lentamente hacia su casa. Paul dijo:<br />

—Anna, querida, no te querría tanto si no quisiera más a Jackson. Además,<br />

ahora ya es una cuestión de principios...<br />

Y me dejó para irse con Jackson. Los dos se quedaron hablando junto a la<br />

valla, mientras la señora Boothby les observaba desde la ventana de la cocina.<br />

George acudió a mi lado al irse Paul, miró a Jackson y dijo:<br />

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