09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

parecía imposible unir las dos sensaciones: la de Micha<strong>el</strong>, entre mis brazos, cálido,<br />

durmiendo, y <strong>el</strong> conocimiento de que pronto no estaría allí. Moví la mano hacia<br />

arriba, sintiendo en la palma <strong>el</strong> v<strong>el</strong>lo de su pecho, resbaladizo y áspero a la vez. Me<br />

causaba un placer intenso. Se sobresaltó, dándose cuenta de que estaba despierta,<br />

y dijo con dureza:<br />

—Anna, ¿qué pasa<br />

La voz venía de un sueño, sonaba asustada y enfadada. Me volvió la espalda<br />

y se durmió de nuevo. Yo le miré a la cara para ver la sombra d<strong>el</strong> sueño; tenía los<br />

músculos faciales tensos. Tiempo atrás me dijo, despertándose de súbito y<br />

asustado por un sueño:<br />

—Querida Anna, si te empeñas en dormir con un hombre que ha vivido la<br />

historia de Europa de los últimos veinte años, no te quejes si tiene sueños<br />

complicados.<br />

Lo dijo con rencor, un rencor debido a que yo no formaba parte de aqu<strong>el</strong>la<br />

historia. No obstante, yo sé que una de las razones por las que está conmigo es<br />

que yo no he sido parte de esa historia y, por lo tanto, no he destruido nada dentro<br />

de mí. Ayer por la mañana, contemplando su cara tensa y dormida, intenté<br />

imaginar otra vez, como si fuera parte de mi experiencia, <strong>el</strong> significado de:<br />

«Siete personas de mi familia, incluyendo a mi padre y a mi madre, fueron<br />

asesinadas en cámaras de gas. La mayoría de mis amigos íntimos han muerto:<br />

comunistas asesinados por comunistas. Los que han sobrevivido están casi todos<br />

refugiados en países extranjeros. Durante <strong>el</strong> resto de mi vida, voy a vivir en un país<br />

que no puede ser <strong>el</strong> mío de verdad.» Pero, como siempre, no logré imaginarlo. La<br />

luz era densa y pesada debido a la lluvia. Tenía la cara franca, r<strong>el</strong>ajada. Ahora era<br />

ancha, tranquila, confiada. Párpados s<strong>el</strong>lados por la calma, y encima de <strong>el</strong>los las<br />

pestañas tenues, lustrosas. Lo imaginaba de niño: atrevido, petulante, con una<br />

sonrisa clara, cándida y alerta. Y lo imaginaba ya viejo: un viejo irascible,<br />

int<strong>el</strong>igente, enérgico, encerrado en una soledad amarga y lúcida. Me embargó una<br />

emoción que es corriente en mí, en las mujeres, con respecto a los niños: un<br />

sentimiento de intenso triunfo, de que, contra todas las probabilidades, contra la<br />

amenaza de la muerte, existe ese ser humano, ese milagro de carne que respira.<br />

Reforcé este sentimiento y lo enfrenté al otro, al de que pronto iba a abandonarme.<br />

Él debió de haberlo sentido en su sueño, porque se removió y dijo:<br />

—Duerme, Anna.<br />

Sonrió con los ojos cerrados. Su sonrisa era fuerte y cálida; provenía de un<br />

mundo distinto d<strong>el</strong> que le hacía decir: «Pero, Anna, ¿por qué he de contar yo».<br />

«Absurdo —pensé—; claro que no va a abandonarme. No es posible que me sonría<br />

de esta manera y que piense dejarme.» Permanecí echada junto a él, boca arriba.<br />

Tuve cuidado de no volver a dormirme, porque Janet se iba a despertar pronto. La<br />

luz de la habitación era como un caudal grisáceo, debido al chorro de humedad que<br />

se escurría por los cristales de la ventana. Los cristales temblaron ligeramente. En<br />

las noches de viento tiemblan, trepidan, pero no me despiertan. Lo que sí me<br />

despierta es oír a Janet dar una vu<strong>el</strong>ta en la cama.<br />

Deben de ser las seis. Tengo las rodillas rígidas. Me doy cuenta de que se ha<br />

apoderado de mí lo que yo llamaba, en las sesiones de Madre Azúcar, «<strong>el</strong> mal d<strong>el</strong><br />

ama de casa». Esta tensión que hace que me haya abandonado la tranquilidad, se<br />

debe a que la corriente de lo cotidiano está fluyendo: tengo-que-vestir-a-Janetdarle-<strong>el</strong>-desayuno-mandarla-a-la-escu<strong>el</strong>a-hacer-<strong>el</strong>-desayuno-de-Micha<strong>el</strong>-recordar-<br />

291

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!