09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

sensibilidad, un intento semiconsciente de alcanzar una nueva comprensión<br />

imaginativa. Pero eso, para <strong>el</strong> arte, resulta fatal. A mí sólo me interesa extenderme<br />

hasta <strong>el</strong> límite, vivir lo más plenamente posible. Cuando se lo dije a Madre Azúcar,<br />

<strong>el</strong>la me replicó con <strong>el</strong> gesto de satisfacción típico de cuando la gente dice verdades<br />

tan sonadas como que <strong>el</strong> artista escribe movido por la incapacidad de vivir.<br />

Recuerdo la náusea que sentí al oírs<strong>el</strong>o decir, y ahora, transcribiéndolo, siento<br />

nuevamente la desgana que me produce la aversión: porque este asunto sobre <strong>el</strong><br />

arte y <strong>el</strong> artista se ha degradado tanto que ha llegado a ser de la incumbencia de<br />

cualquier aficionado sentimental, y toda persona con una conexión real con las<br />

artes siente la necesidad de salir huyendo cuando ve ese pequeño gesto de<br />

satisfacción, esa sonrisa complaciente. Además, cuando una verdad ha sido<br />

explorada tan íntimamente —y ésta ha sido <strong>el</strong> tema d<strong>el</strong> arte durante todo este<br />

siglo—, cuando ha terminado por instituirse en un enorme lugar común, una<br />

empieza a preguntarse si será ciertamente una verdad. Y una empieza a meditar<br />

sobre las expresiones «incapacidad de vivir», «<strong>el</strong> artista», etc., dejando que vayan<br />

resonando y se vayan evaporando en la mente, luchando contra <strong>el</strong> sentimiento de<br />

repugnancia y de ranciedad, igual que yo trataba de vencerlo aqu<strong>el</strong> día frente a<br />

Madre Azúcar. Es fantástico <strong>el</strong> modo como algo tan pasado vu<strong>el</strong>ve a salir fresco y<br />

magistral de labios d<strong>el</strong> psicoanalista. Madre Azúcar, que es precisamente una mujer<br />

cultivada, una europea inmersa en cultura, emitía tal cantidad de lugares comunes,<br />

dada su profesión de curandera, que se habría avergonzado de <strong>el</strong>lo si se hubiera<br />

encontrado entre sus amigos, y no en <strong>el</strong> consultorio. Una medida para la vida, otra<br />

para <strong>el</strong> diván d<strong>el</strong> enfermo... No pude soportarlo. Eso fue lo que, al final, no pude<br />

aguantar; porque implica una medida de moralidad para la vida y otra para los<br />

enfermos. Yo sé muy bien a qué medida mía pertenece esta nov<strong>el</strong>a, Las fronteras<br />

de la guerra. Lo sabía cuando la estaba escribiendo, y <strong>el</strong> mismo odio que<br />

experimentaba entonces lo siento ahora. Aqu<strong>el</strong>la parte de mí misma estaba<br />

cobrando tanto poder, que amenazaba con tragarse todo lo demás; por eso acudí a<br />

toda prisa al curandero, con <strong>el</strong> alma abierta. No obstante, <strong>el</strong> propio curandero, al<br />

salir la palabra Arte, sonrió con complacencia; ese animal sagrado que es <strong>el</strong> artista<br />

lo justifica todo; todo lo que hace está justificado. La sonrisa de complacencia, <strong>el</strong><br />

gesto de tolerancia, no llega a ser ni tan siquiera una exclusiva de los curanderos<br />

cultivados o de los profesores; es propiedad de todos, de los cambistas, de los<br />

ínfimos chacales de la prensa, d<strong>el</strong> enemigo. Cuando un magnate d<strong>el</strong> cine quiere<br />

comprar a un artista, la razón auténtica por la que busca la originalidad d<strong>el</strong> talento<br />

y la chispa creativa es porque desea destruirla; inconscientemente, esto es lo que<br />

quiere: justificarse destruyendo lo auténtico. Llama a la víctima artista: «Tú eres<br />

artista, claro...» Y lo más frecuente es que la víctima simule una sonrisa y se<br />

trague su repugnancia.<br />

La razón auténtica por la que hoy día tantos artistas hacen política, «<strong>el</strong><br />

compromiso» y demás, es que corren tras una disciplina, la que sea, con tal de que<br />

les salve de la ponzoña de la palabra «artista», que tanto usa <strong>el</strong> enemigo.<br />

Recuerdo muy claramente <strong>el</strong>, momento en que nació esta nov<strong>el</strong>a. El pulso<br />

me latía con violencia, y después, cuando supe que iba a escribir, pensé sobre lo<br />

que escribiría. El «tema» no tenía casi ninguna importancia. Sin embargo, ahora lo<br />

que me interesa es precisamente esto: ¿por qué no escribí una r<strong>el</strong>ación de lo<br />

ocurrido, en lugar de dar forma a una «historia» que no tenía nada que ver con lo<br />

que le había dado vida Claro, la r<strong>el</strong>ación directa, simple y sin forma, no hubiera<br />

sido una «nov<strong>el</strong>a» y no se hubiese publicado; pero yo, de verdad, no estaba<br />

interesada en «ser un escritor» ni en hacer dinero, No me refiero al juego que los<br />

escritores efectúan en privado, cuando escriben, <strong>el</strong> juego psicológico: este incidente<br />

d<strong>el</strong> libro proviene de este otro, real; ese carácter es una transposición de ese otro,<br />

vivo; aqu<strong>el</strong>la r<strong>el</strong>ación es gem<strong>el</strong>a, psicológicamente, de aqu<strong>el</strong>la otra... Yo,<br />

simplemente, me pregunto: ¿Por qué una historia Y no es que fuera una historia<br />

mala, falsa o denigradora de algo. ¿Por qué no, simplemente, la verdad<br />

66

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!