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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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aqu<strong>el</strong> exabrupto para infundirse fuerzas. Luego empezó a examinar los <strong>cuaderno</strong>s.<br />

El gesto de la espalda rev<strong>el</strong>aba su decisión de no ceder, en caso de que <strong>el</strong>la tratara<br />

de prevenirle.<br />

Anna se quedó quieta, terriblemente vulnerable, forzándose a permanecer<br />

inmóvil. Sufría al recordar <strong>el</strong> carácter íntimo de lo que había escrito. Y él continuó<br />

leyendo, en un frenesí de testarudez, mientras <strong>el</strong>la se limitaba a estar allí, sentada.<br />

Luego sintió que se sumergía en una especie de estupor a causa d<strong>el</strong> agotamiento, y<br />

pensó vagamente: «En fin; ¿qué importa Si lo necesita, ¿qué importan mis<br />

sentimientos».<br />

Un rato más tarde, quizás al cabo de una hora, Tommy le preguntó:<br />

—¿Por qué escribes algunas cosas en letra distinta y otras las encierras<br />

entre paréntesis ¿Das importancia a un tipo de sentimientos y descartas otros<br />

¿Cómo decides lo que es importante y lo que no<br />

—No lo sé.<br />

—No basta con decir eso, tú lo sabes. Por ejemplo, esto es de cuando aún<br />

vivías en nuestra casa. «Desde la ventana miraba abajo. Me parecía como si me<br />

separase de la calle una distancia de kilómetros. De repente, sentí como si me<br />

hubiera arrojado por la ventana. Me veía aplastada contra la acera. Luego me<br />

pareció que me encontraba de pie junto al cuerpo de la acera. Yo era dos personas.<br />

Esparcidos por todas partes había sangre y trozos de cerebro... Me arrodillé y<br />

empecé a lamer la sangre y <strong>el</strong> cerebro.»<br />

Levantó los ojos hacia <strong>el</strong>la con una expresión acusadora. Anna guardaba<br />

silencio.<br />

—Lo has escrito, luego lo has puesto entre paréntesis, y finalmente has<br />

añadido: «He ido a la tienda y he comprado un kilo de tomates, media libra de<br />

queso, un bote de confitura de cerezas y un cuarto de té. Después he hecho una<br />

ensalada de tomate y he acompañado a Janet al parque».<br />

—Bueno ¿y qué<br />

—Todo esto en <strong>el</strong> mismo día. ¿Por qué has puesto <strong>el</strong> primer texto entre<br />

paréntesis, todo eso de que lamías la sangre y los trozos de cerebro<br />

—Todos tenemos instantes de locura, en que nos vemos muertos en la calle,<br />

cometiendo actos de canibalismo, suicidándonos o lo que sea.<br />

• ¿No son importantes<br />

• No.<br />

• ¿Los tomates y <strong>el</strong> cuarto de té es lo importante<br />

• Sí.<br />

—¿Cómo decides que la locura y la cru<strong>el</strong>dad no son tan fuertes como... la<br />

vida cotidiana<br />

—No es sólo eso. No es que r<strong>el</strong>egue a un apartado entre paréntesis a la<br />

locura y la cru<strong>el</strong>dad. Es algo más.<br />

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