09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

que tenía en las viviendas, pisando graciosamente <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o con sus tacones. «<br />

¡Adiós, chicos!», dice Rosie, sonriendo con dulzura. Nos quedamos mirando a Rosie<br />

con cierta tristeza, mientras pasaba, orgullosa de su carne, contoneándose sobre su<br />

sexo de verdad y meneando su culo redondo como una p<strong>el</strong>ota, que lanzaba un<br />

mensaje de esperanza dirigido a nuestros corazones. Entonces, nuestro amigo<br />

Buddy se apartó y, vacilando con sus ojos tristes, nos miró para decirnos: «La<br />

quiero, chicos». Dos de los amigos se quedaron entonces abandonados: Dave, <strong>el</strong> de<br />

los puños, y Mike, <strong>el</strong> de palabras aladas. Permanecimos contemplando a Buddy,<br />

marcado por la vida, que nos saludó con un gesto de la cabeza y se fue detrás de<br />

Rosie, con <strong>el</strong> corazón latiéndole al ritmo de su dulce taconeo. Las alas místicas d<strong>el</strong><br />

tiempo nos rozaron, blancas como copos de nieve; era <strong>el</strong> tiempo que nos lanzaría a<br />

todos detrás de nuestras Rosies camino de la muerte y d<strong>el</strong> funeral en forma de<br />

hogar. Resultaba trágico y hermoso ver a nuestro Buddy avanzar hacia la danza<br />

inmemorial de los copos de nieve y d<strong>el</strong> destino, con la escarcha seca bailándole<br />

sobre <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo de la camisa. El amor que entonces emergió de nosotros hacia él fue<br />

algo fantástico y voluminoso, de cara triste e ignorante, pero auténtico y en verdad<br />

serio. Le amábamos mientras nos volvíamos. Allí quedábamos dos amigos<br />

abandonados, con los abrigos adolescentes que batían sobre nuestras piernas tan<br />

puras. Dave y yo nos quedamos tristes porque <strong>el</strong> ave agorera de la tragedia había<br />

tocado nuestras almas de perla, mientras permanecíamos aturdidos en medio de la<br />

vida. Dave, <strong>el</strong> rascador de ojos de lechuza, se rascó la ingle despacio. «Oye, Mike<br />

—dijo—, un día escribirás esto para todos nosotros.» Tartamudeó, sin poder<br />

expresarse, sin palabras en las alas: «Lo escribirás, ¿verdad, Mike». Me miró<br />

fijamente y añadió: «Escribirás cómo nuestras almas se echaron a perder aquí, en<br />

esta acera blanca de Manhattan, ídolo d<strong>el</strong> capital y perro infernal que nos pisa los<br />

talones, ¿verdad que lo escribirás». «¡Eh, Dave, te quiero!», dije yo entonces. Mi<br />

alma de muchacho se retorcía de amor. Le di un golpe directo en la mandíbula,<br />

balbuceando de amor por <strong>el</strong> mundo, de amor por mis amigos, por los Daves y los<br />

Mikes y los Buddies. Cayó al su<strong>el</strong>o y yo le abracé cómo a un recién nacido, te<br />

quiero baby, la amistad en la jungla urbana, la amistad de la juventud joven. Pura.<br />

Y los vientos d<strong>el</strong> tiempo soplaban, cargados de nieve, sobre nuestros hombros<br />

inocentes y amantes.<br />

* * *<br />

Si vu<strong>el</strong>vo a escribir pastiches, es que ha llegado <strong>el</strong> momento de detenerme.<br />

[El <strong>cuaderno</strong> amarillo terminaba aquí, con una doble línea negra.]<br />

[El <strong>cuaderno</strong> azul continuaba, pero sin fechas:]<br />

459

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!