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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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15 de septiembre de 1951<br />

El caso de Jack Briggs, periodista d<strong>el</strong> Times. Lo dejó al comenzar la guerra,<br />

cuando todavía no estaba politizado. Durante la contienda trabajó para <strong>el</strong> servicio<br />

de información británico. Durante esta época bajo la influencia de unos comunistas<br />

que conoció, se hizo cada vez más de izquierdas. Después de la guerra rechazó<br />

varios puestos muy bien pagados en periódicos conservadores, para trabajar, mal<br />

remunerado, en un diario de izquierdas. Mejor dicho, izquierdizante, pues cuando<br />

quiso escribir un artículo sobre China, aqu<strong>el</strong> puntal de la izquierda, Rex, le puso en<br />

tal aprieto que le obligó a dimitir. Sin indemnización. Entonces, considerado ya<br />

como un comunista en <strong>el</strong> ambiente periodístico, y por lo tanto no empleable, su<br />

nombre apareció en <strong>el</strong> juicio de Hungría como agente británico que había<br />

conspirado para derrocar <strong>el</strong> comunismo. Le conocí por casualidad. Estaba<br />

desesperado y deprimido por causa de una campaña de rumores en los ambientes<br />

d<strong>el</strong> Partido y de simpatizantes, según los cuales era y había sido «un espía<br />

capitalista». Sus amigos le trataban con suspicacia. En una reunión d<strong>el</strong> grupo de los<br />

escritores decidimos hablar de <strong>el</strong>lo a Bill, y terminar con aqu<strong>el</strong>la campaña<br />

repugnante. John y yo vimos a Bill, le dijimos que era obvia la falsedad de que Jack<br />

Briggs era un agente, y exigimos que él hiciera algo. Bill, afable y cortés, quedó en<br />

hacer «investigaciones» y decirnos algo. Dejamos pasar lo de «las investigaciones»,<br />

sabiendo que significaba llevar a cabo una discusión con círculos más altos d<strong>el</strong><br />

Partido. Pero Bill no decía nada. Transcurrieron semanas. Es la técnica normal de<br />

los funcionarios d<strong>el</strong> Partido: dejar pasar las cosas en los momentos de dificultad.<br />

Volvimos a ver a Bill. Muy afable. Dijo que no podía hacer nada. ¿Por qué no<br />

—En asuntos de esta índole, cuando hay un caso de duda... —nos respondió.<br />

John y yo, enojados, le exigimos que nos dijera si él, Bill, personalmente,<br />

creía posible que Jack fuera un espía. Bill vaciló, empezó un largo raciocinio,<br />

claramente insincero, acerca de que era posible que cualquiera resultase un agente,<br />

«incluso yo». Lo dijo con una sonrisa animada y amistosa en los labios. John y yo<br />

salimos deprimidos y enojados con nosotros mismos. Fuimos a ver personalmente a<br />

Jack Briggs y nos empeñamos en que los demás hicieran lo mismo. Pero los<br />

rumores y las habladurías contra él continuaron. Jack Briggs se encontró sumido en<br />

una depresión aguda, además de totalmente aislado, tanto a la derecha como a la<br />

izquierda. Para mayor ironía, tres meses después de la riña con Rex acerca d<strong>el</strong><br />

artículo sobre China que éste había tachado de «tendencia comunista», los<br />

periódicos respetables empezaron a publicar artículos de esta misma tendencia,<br />

razón por la cual Rex, como hombre valiente, opinó que había llegado <strong>el</strong> momento<br />

de publicar un artículo sobre China. Le ofreció escribirlo a Jack Briggs. Jack, en un<br />

momento de retraimiento y amargura, se negó.<br />

Esta historia, con variantes más o menos m<strong>el</strong>odramáticas, es la historia d<strong>el</strong><br />

int<strong>el</strong>ectual comunista o casi comunista de esta época en particular.<br />

3 de enero de 1952<br />

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