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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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de las nueve de la noche; sin embargo, nosotros c<strong>el</strong>ebrábamos seminarios en<br />

nuestros cuartos hasta las cuatro o las cinco de la madrugada, varias noches a la<br />

semana. Hacíamos lo que queríamos, mientras la señora James se iba<br />

enriqueciendo y Willi le decía que era una mema sin la menor idea de los negocios.<br />

Ella le contestaba:- «Sí, señor Rodde», y se reía, sentándose coquetamente<br />

sobre la cama de su cuarto para fumar un cigarrillo. Como una colegiala. Recuerdo<br />

que Paul dijo en cierta ocasión:<br />

—O sea que tú crees que es correcto que un socialista consiga lo que quiera,<br />

tomando <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o a una mujer.<br />

—Le hago ganar mucho dinero —contestó Willi.<br />

—Me refería al sexo.<br />

—No sé a qué te refieres —concluyó Willi.<br />

Y era verdad. Los hombres tienen mucha menos conciencia que las mujeres<br />

de usar <strong>el</strong> sexo de esta forma; mucho menos honestos.<br />

Así que <strong>el</strong> hot<strong>el</strong> Gainsborough nos servía como prolongación d<strong>el</strong> Club de<br />

Izquierdas y d<strong>el</strong> grupo d<strong>el</strong> Partido; y, para nosotros, estaba asociado con trabajo<br />

duro.<br />

Al hot<strong>el</strong> Mashopi fuimos llevados por un impulso. Nos encaminó hacia él<br />

Paul. Había estado volando por aqu<strong>el</strong>la región, tuvo que aterrizar a causa de una<br />

tormenta súbita, y regresó con <strong>el</strong> instructor en coche, parándose en <strong>el</strong> hot<strong>el</strong><br />

Mashopi para almorzar. Aqu<strong>el</strong>la noche acudió al Gainsborough muy contento,<br />

deseando compartir su buen humor con nosotros.<br />

—No os lo hubierais imaginado nunca... Abandonado en medio d<strong>el</strong> matorral,<br />

rodeado por todas partes de montículos, salvajes y exotismo; eso es <strong>el</strong> hot<strong>el</strong><br />

Mashopi. Tiene un bar con un blanco para lanzar dardos y un tablero para jugar al<br />

tejo, sirven empanada de carne y riñón con un termómetro que marca noventa, y<br />

además de todo esto, <strong>el</strong> señor y la señora Boothby son <strong>el</strong> retrato clavado de los<br />

Gatsby, ¿os acordáis La pareja que regentaba aqu<strong>el</strong>la taberna de Aylesbury. Es<br />

como si los Boothby no hubieran sacado nunca <strong>el</strong> pie de Inglaterra. Y me juego algo<br />

a que él es un ex sargento mayor. No puede ser de otro modo.<br />

—Entonces <strong>el</strong>la es una ex chica de taberna —dijo Jimmy—. Y tienen una<br />

gentil hija a la que quieren casar. ¿Te acuerdas, Paul de aqu<strong>el</strong>la pobre chica que no<br />

te quitaba los ojos de encima, en Aylesbury<br />

—Claro que los coloniales no podrán apreciar la exquisita incongruencia de<br />

todo <strong>el</strong>lo—comentó Ted.<br />

En bromas de este tipo, Willi y yo éramos considerados como coloniales.<br />

—Ex sargentos mayores que parece que no han salido jamás de Inglaterra<br />

llevan la mitad de los hot<strong>el</strong>es y bares d<strong>el</strong> país —repliqué yo - Ya lo sabríais si<br />

fueseis capaces de despegaros d<strong>el</strong> Gainsborough.<br />

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