09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

nada», que es la expresión que aparece incesantemente en todo cuanto dice De<br />

Silva.<br />

De Silva y yo pasamos la noche juntos. ¿Por qué Porque a mí no me<br />

importaba nada. El hecho de que me importara, la posibilidad de que me importara,<br />

quedaron descartados, pues pertenecía a la Anna normal, a la que caminaba por un<br />

horizonte de arena blanca que alcanzaba a ver pero no a tocar.<br />

Para mí, la noche fue una noche muerta, al igual que su sonrisa interesada y<br />

distante. Él estuvo tranquilo, desprendido, abstraído. Para él no tenía ninguna<br />

importancia. Sin embargo, en algunos momentos, caía de pronto en la actitud<br />

abyecta d<strong>el</strong> niño que necesita a su madre. Estos momentos me agradaron aún<br />

menos que su frío desprendimiento y su curiosidad, pues pensaba sin cesar y con<br />

tozudez: «Es él, y no yo, puesto que son los hombres los que crean estas cosas, los<br />

que nos crean a nosotras».<br />

Por la mañana, recordando cómo me aferré a la situación, tal como siempre<br />

me aferro a esto, me encontré bastante ridícula. Una y otra vez me decía: « ¿Por<br />

qué tiene que ser cierto»<br />

Por la mañana le di de desayunar. Me sentía fría y remota, como marchita,<br />

como si no hubiera vida ni calor en mí. Pero fuimos perfectamente conscientes <strong>el</strong><br />

uno con <strong>el</strong> otro. Me sentía amistosa y alejada al mismo tiempo de él. En <strong>el</strong><br />

momento de irse, dijo que me t<strong>el</strong>efonearía, y yo le contesté que no volvería a<br />

acostarme con él. Su rostro cambió de pronto y tomó una expresión de virulento<br />

enojo. En su rostro vi la expresión que seguramente había adoptado cuando aqu<strong>el</strong>la<br />

chica que recogió en la calle le había respondido a sus declaraciones de amor. Ésa<br />

fue su expresión, que yo jamás habría esperado de él. Luego recobró su máscara<br />

de sonriente desprendimiento y dijo:<br />

—¿Por qué no<br />

—Porque te importa un bledo <strong>el</strong> acostarte o no conmigo.<br />

Yo esperaba que me dijera: «Lo mismo que a ti».<br />

Eso lo hubiera aceptado. En cambio, se desmoronó, tomando la actitud d<strong>el</strong><br />

niño miserable que había adoptado durante algunos momentos de aqu<strong>el</strong>la misma<br />

noche, después de lo cual dijo:<br />

—Te equivocas, porque me importa.<br />

Llegó casi a golpearse <strong>el</strong> pecho para probarlo, pero detuvo a tiempo su<br />

puño, a medio camino de su pecho. Entonces sentí de nuevo <strong>el</strong> ambiente d<strong>el</strong> sueño<br />

de la niebla: la falta de sentido, la vacuidad de las emociones.<br />

—No, no te importa. Pero continuaremos siendo amigos.<br />

Se fue escaleras abajo sin decir una palabra. Aqu<strong>el</strong>la tarde me llamó. Me<br />

contó dos o tres historias descaradas, divertidas y maliciosas sobre gente que<br />

ambos conocíamos. Por mi parte, sabía que algo iba a suceder, porque sentía<br />

aprensión, pero era incapaz de imaginar lo que iba a ser. Entonces él observó,<br />

abstraídamente y casi con indiferencia:<br />

428

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!