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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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despacho. Me vu<strong>el</strong>vo vestir, con los alegres pantalones a rayas y la chaqueta de<br />

terciop<strong>el</strong>o negro. Pero en mi mente oigo a Micha<strong>el</strong> que dice: « ¿Por qué tienes ese<br />

aspecto de muchacho esta noche, Anna», y pongo mucho cuidado en cepillarme <strong>el</strong><br />

p<strong>el</strong>o, de modo que no parezca <strong>el</strong> de un muchacho. Tengo ya todas las estufas<br />

encendidas. Empiezo a cocinar las dos comidas: una para Janet, la otra para<br />

Micha<strong>el</strong> y yo. Estos días Janet está chiflada por las espinacas con becham<strong>el</strong> y<br />

huevos al horno. Y también por las manzanas al horno. Me he olvidado de comprar<br />

azúcar moreno. Bajo corriendo a la tienda, en <strong>el</strong> preciso momento en que están<br />

cerrando las puertas. Me dejan pasar, haciendo broma, y me encuentro<br />

siguiéndoles <strong>el</strong> juego a los tres dependientes: con sus d<strong>el</strong>antales blancos, me<br />

toman <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o y me llaman cariño y patito. Soy la pequeña Anna, la niña a quien<br />

todos quieren. Me apresuro otra vez escalera arriba. Molly ha llegado ya, y Tommy<br />

está con <strong>el</strong>la. Los dos discuten en voz alta, y yo hago ver que no les oigo y me voy<br />

arriba. Janet también está en casa. La encuentro muy animada, pero distante de<br />

mí: ha estado en <strong>el</strong> mundo de los niños, en <strong>el</strong> colegio, y después con su amiguita,<br />

en un mundo también de niños, y no quiere salir de él.<br />

—¿Puedo cenar en la cama —me pregunta. Y yo, por guardar las formas, le<br />

contesto:<br />

—¡Qué perezosa eres!<br />

—Sí, pero no me importa.<br />

Se dirige al baño, sin que se lo digan, y abre <strong>el</strong> grifo. Oigo cómo <strong>el</strong>la y Molly<br />

ríen y hablan tres r<strong>el</strong>lanos más abajo. Molly, sin hacer ningún esfuerzo, se<br />

transforma en una niña cuando está con niños. Oigo que cuenta una historia<br />

absurda de unos animales que toman un teatro y lo administran, sin que nadie note<br />

que no son personas. La historia me absorbe y salgo al r<strong>el</strong>lano para escuchar<br />

mejor. En <strong>el</strong> r<strong>el</strong>lano de abajo está Tommy, que también escucha, aunque con una<br />

expresión de mal humor, crítica, en <strong>el</strong> rostro: su madre le irrita más que nunca<br />

cuando está con Janet o con cualquier otro niño. Janet ríe y chapotea en <strong>el</strong> agua d<strong>el</strong><br />

baño, que cae al su<strong>el</strong>o. Ahora soy yo la que se irrita, porque tendré que recoger <strong>el</strong><br />

agua d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o. Janet sube, con su bata blanca y <strong>el</strong> pijama también blanco, y ya con<br />

cara de sueño. Bajo y recojo <strong>el</strong> agua d<strong>el</strong> cuarto de baño, que forma como un mar.<br />

Cuando vu<strong>el</strong>vo, Janet está en la cama con todos sus tebeos alrededor. Le llevo la<br />

bandeja con las espinacas, los huevos al horno y la manzana asada con una bola de<br />

crema que se desmorona. Janet me pide que le cuente una historia.<br />

—Había una vez una niña pequeña que se llamaba Janet...—empiezo, y <strong>el</strong>la<br />

sonríe de placer.<br />

Le cuento que la niña fue a la escu<strong>el</strong>a un día de lluvia, escuchó las lecciones,<br />

jugó con los otros niños, se p<strong>el</strong>eó con su amiga...<br />

—No, mamá, no es verdad. Eso fue ayer. Quiero a Marie y la querré<br />

siempre.<br />

Así que cambio la historia haciendo que Janet quiera a Marie para siempre<br />

jamás. Janet come medio en sueños, acompañando la cuchara adentro y afuera de<br />

su boca y escuchando cómo yo recreo para <strong>el</strong>la <strong>el</strong> día que ha pasado, le doy forma.<br />

La observo, viendo a Anna observando a Janet. En la habitación vecina, <strong>el</strong> bebé<br />

está llorando. Empieza de nuevo la sensación de continuidad, de alegre intimidad y<br />

yo termino la historia:<br />

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