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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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Amia se levantó, fue a la cocina, que estaba al lado, llenó un vaso de té flojo<br />

que quedaba en la tetera, le añadió una cucharilla de whisky y se lo llevó a Marión.<br />

Marion dijo:<br />

—Grrraciass.<br />

Luego tomó un sorbo de la mezcla e hizo un gesto de aprobación con la<br />

cabeza. Aguantaba <strong>el</strong> vaso con cuidado, cariñosamente, con los dedos apretados<br />

contra <strong>el</strong> cristal.<br />

—¿Cómo está Richard —inquirió a continuación, cuidadosamente, con la<br />

cara tensa por <strong>el</strong> esfuerzo de dejar ir las palabras.<br />

Había preparado la pregunta antes de entrar. Anna efectuó como una<br />

traducción a la voz normal de Marión y pensó: « ¡Dios mío! Marion tiene c<strong>el</strong>os de<br />

mí. Ni se me había ocurrido».<br />

Repuso, con sequedad:<br />

—Pero Marion, tú lo debes de saber mejor que yo.<br />

Se dio cuenta de que <strong>el</strong> tono seco de su voz se desvanecía en la distancia<br />

que la borrachera interponía entre <strong>el</strong>la y Marión, de que <strong>el</strong> cerebro de Marion<br />

bregaba suspicazmente con <strong>el</strong> sentido de las palabras. Entonces añadió, despacio y<br />

en voz alta:<br />

—Marión, no hay razón para tener c<strong>el</strong>os de mí. Si Richard ha dicho algo, ha<br />

mentido.<br />

—No tengo c<strong>el</strong>os de ti —espetó Marion entre dientes.<br />

La palabra c<strong>el</strong>os había reavivado sus c<strong>el</strong>os. Durante unos momentos fue una<br />

mujer c<strong>el</strong>osa, con <strong>el</strong> rostro contorsionado, mirando por la habitación los objetos que<br />

habían representado algo en sus fantasías de c<strong>el</strong>os. Sus ojos se apartaban con<br />

dificultad de la cama.<br />

—No es verdad —dijo Anna.<br />

—No...cambia...mucho las cosas —aclaró Marion con algo que parecía una<br />

carcajada de buen humor—. ¿Por qué no tú, cuando hay tantas otras Tú, por lo<br />

menos, no eres un insulto.<br />

—Pero yo no pinto nada.<br />

Marion alzó la barbilla y dejó que la mezcla de té y whisky le bajara por la<br />

garganta en tres largos tragos.<br />

—Lo necesitaba —dijo con solemnidad, alzando <strong>el</strong> vaso para que Anna lo<br />

volviera a llenar.<br />

Pero ésta no tomó <strong>el</strong> vaso, sino que manifestó:<br />

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