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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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Se marchó sin replicar hacia la oscuridad, y yo iba a seguirle cuando se<br />

acercó Willi. Nos encontrábamos cerca de nuestra habitación, por lo que entramos<br />

en <strong>el</strong>la. Willi dijo:<br />

—Es lo mejor que podía suceder. Jackson se irá con su familia, y George<br />

recobrará <strong>el</strong> juicio.<br />

—Eso significa, casi seguro, que la familia tendrá que separarse. Jackson no<br />

volverá a tener con él a los suyos.<br />

—Muy típico en ti —replicó Willi—. Jackson ha tenido la suerte de vivir con<br />

su familia, cosa que no pueden hacer todos, y ahora va a ser como los otros. Eso es<br />

todo. ¿Has llorado mucho por los otros que no pueden vivir con sus familias<br />

—No, pero he dado mi apoyo a reformas políticas encaminadas a terminar<br />

de una vez con eso.<br />

—Eso es. Y con toda la razón.<br />

—Pero a Jackson y a su familia les conozco personalmente. Muchas veces no<br />

puedo creer que digas estas cosas en serio.<br />

—Es natural que no puedas. Los sentimentales no pueden, creer más que en<br />

sus emociones.<br />

—Además, nada va a cambiar para George. Porque la tragedia de George no<br />

es Marie, sino George. Cuando <strong>el</strong>la se vaya, aparecerá otra.<br />

—Puede que le haya servido de lección —arguyó Willi, poniendo una cara<br />

desagradable al decirlo.<br />

Dejé a Willi en <strong>el</strong> dormitorio y yo me fui a la terraza. La neblina se había<br />

levantado algo y una luz vaga y fría venía d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o medio oscuro. Paul estaba a<br />

unos pasos, mirándome. Súbitamente, se alzó en mi interior toda mi exasperación,<br />

ira y desolación, como una bomba que estallara, y lo único que me importó fue<br />

estar con Paul. Corrí hacia él, me cogió de la mano y, sin decir una palabra, nos<br />

pusimos a correr. No sabíamos hacia dónde corríamos ni por qué. Corrimos por la<br />

carretera principal hacia <strong>el</strong> Este, resbalando y tropezando en <strong>el</strong> asfalto lleno de<br />

charcos, hasta que nos desviamos por un camino cubierto de hierba que iba hacia<br />

alguna parte, aunque no sabíamos a dónde. Corrimos por él, atravesando charcos<br />

arenosos que no podíamos ver, pues había vu<strong>el</strong>to a bajar la neblina. Los árboles,<br />

húmedos y oscuros, aparecían como fantasmas en los márgenes. No parábamos de<br />

correr. Cuando ya no podíamos más, dejamos <strong>el</strong> camino y nos metimos por <strong>el</strong> v<strong>el</strong>d.<br />

Estaba cubierto por una vegetación rasa y frondosa, que no veíamos. Corrimos<br />

unos pasos más y nos desplomamos, uno junto al otro, abrazados, sobre las hojas<br />

húmedas. La lluvia caía lentamente, mientras cruzaban <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o rápidas nubes<br />

oscuras y bajas, de entre las cuales surgió la luna, r<strong>el</strong>uciente, para desaparecer en<br />

seguida luchando con las tinieblas, dejándonos sumidos de nuevo en la oscuridad.<br />

Empezamos a temblar con tanta fuerza que nos echamos a reír. El frío hacía<br />

castañetear nuestros dientes. Yo llevaba un vestido de seda, muy fino, para ir a<br />

bailar. Nada más. Paul se despojó de la guerrera y me la puso por encima, tras lo<br />

cual volvimos a echarnos sobre la hierba. Nuestra carne, muy junta, estaba<br />

caliente, pero todo lo demás estaba mojado y frío. Paul, sin perder su aplomo ni en<br />

aqu<strong>el</strong>la ocasión, dijo:<br />

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