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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

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incondicional a Pompeyo, o el dictamen de muerte contra los partidarios de Catilina, le conducirán<br />

a una situación realmente difícil en su vida política y personal.<br />

Al formarse el triunvirato con Pompeyo, Craso y César, éste último buscó la amistad de<br />

Cicerón sin conseguirlo, por lo que pagaría las consecuencias: Los triunviros lo condenaron al<br />

exilio a causa de la ejecución ilegal de ciudadanos romanos y sus bienes se confiscaron.<br />

En el año 57 a.C. las diferencias entre las dos personalidades más notables del triunvirato,<br />

Cesar y Pompeyo, desembocaron en una guerra civil. Tras un año en Macedonia, Cicerón volvió<br />

roma a petición de la Asamblea del pueblo, tomando partido por Pompeyo.<br />

Con el Apoyo del general Pompeyo el Grande, reconocido ya públicamente enemigo de<br />

César, se convirtió en procónsul de la provincia romana de Cicilia, donde actuó con justicia e<br />

incluso obtuvo algunos triunfos militares contra los partos. Cuando César derrotó a Pompeyo,<br />

Cicerón se resigno y renunció a su enemistad con el nuevo dictador de Roma, a cambio César le<br />

trató con benevolencia. Durante el mandato de César, abandonó el mundo de la política para<br />

dedicarse a la escritura, ahondado en sus tratados de filosofía y retórica.<br />

Tras el asesinato de César, Cicerón retornó a la política con la esperanza de ver de nuevo la<br />

instauración de la república. Apoyó al hijo adoptivo de César Octavio, oponiéndose con fuerza a<br />

Marco Antonio, contra el que dirigió durísimos ataques que quedaron recogidos en sus últimos<br />

discursos, conocidos como filípicas, un conjunto de 14 discursos violentos, redactados como<br />

panfletos. Sin embargo, Marco Antonio y Octavio se reconciliaron, y fue ejecutado como enemigo<br />

del estado. En el 43 a.C., partidarios de Marco Antonio lo detuvieron cuando intentaba huir y lo<br />

asesinaron.<br />

Cicerón nos ha legado un elaborado estilo prosístico que combina claridad y elocuencia,<br />

convirtiéndose en una de las pautas de estudio de la prosa latina.<br />

Posee una extensa obra que abarca discursos, cartas personales, obras retóricas. En todas<br />

ellas hace un alarde de una casi perfecta oratoria equilibrada y armoniosa, sin abandonar el<br />

recurso de la emotividad, con el fin de intentar conmover al público.<br />

En sus obras podemos apreciar su gran habilidad par acomodarse a las circunstancias, y un<br />

gran genio para lanzar fuertes ataques, alusiones irónicas.<br />

Cicerón escribió varios tratados de retórica en los que recopilaba todos los conocimientos<br />

que había adquirido estudiando la retórica griega e investigando la historia de la oratoria romana,<br />

junto con los que había extraído de su experiencia personal como abogado y estadista. Sus tratados<br />

retóricos nos muestran toda una teoría ético filosófico del arte de persuadir. Nos ha dejado las<br />

mejores obras sobre oratoria, en las que enseña cómo se forma un orador y cómo se compone un<br />

discurso. Es consciente del poder que la retórica ejerce sobre el individuo, y al igual que Aristóteles<br />

se opone a los maestros retóricos con falta de moral y ética, que utilizan la elocuencia para fines<br />

injustos. La elocuencia, término que prefiere Cicerón frente a la retórica, está dirigida a fomentar<br />

el bien común. Es el arte de hablar en público, que tiene como fin convencer al auditorio de una<br />

determinada tesis, en vistas de preparar acciones futuras.<br />

El ideal humano de Cicerón pasa por representar tres aspectos; la literaria, la moral y la<br />

política. Los tres aspectos esenciales para el filósofo suponen una conducta elevada y un<br />

comportamiento digno. Para ello es indispensable lograr el dominio del propio yo, y como última<br />

consecuencia el control de las pasiones. Un romano no puede considerarse con humanidad si<br />

domina la literatura y la política pero deja atrás la perfección social.<br />

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