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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

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Para explicar esta lucha interna reconoce la existencia de tres estratos psicológicos:<br />

• El estrato consciente: que explica los procesos mentales de los que el hombre es<br />

consciente en un momento determinado.<br />

• El estrato preconsciente: constituido por hechos psíquicos latentes susceptibles de<br />

volverse consciente, asociado con lo que conocemos como memoria.<br />

• El estrato inconsciente: que designa los procesos mentales que el sujeto no puede<br />

llevar a la consciencia, pero que pueden ser evocados mediante métodos especiales, como<br />

por ejemplo, el tratamiento analítico, la hipnosis, etc.<br />

El hombre, según Freud, está compuesto por tres personalidades: el “yo”, el “ello” y el<br />

“superyo”. El “yo” es identificado por Freud como la parte consciente, que surge a partir del ello<br />

por medio del contacto con el exterior.<br />

El “ello” expresa la parte del inconsciente, y en él se encuentra la energía libidinal y<br />

agresiva que sólo lucha por satisfacer de forma inmediata los impulsos instintivos. Su función<br />

consiste en efectuar la descarga de la energía o la tensión acumulada en el organismo.<br />

El “yo” aparece como una especie de mediador entre el “ello” y el mundo exterior<br />

circundante. Su función es intentar canalizar los impulsos instintivos del “ello” para satisfacerlos<br />

de forma que armonicen entre sí y con la realidad. El “yo” coordina, altera, organiza y controla los<br />

impulsos instintivos del “ello” para minimizar los conflictos con la realidad. El “yo” desplaza el<br />

principio del placer imponiendo el principio de la realidad.<br />

El “superyo” representa los aspectos morales y cívicos de la personalidad, que proceden de<br />

la influencia de padres, educadores, etc. Esta influencia traducida a normas sociales y culturales se<br />

incorporan en el inconsciente, actuando éste como una especia de voz de la conciencia, cuya<br />

función principal es la de la censura moral.<br />

Freud descubrió unos mecanismos de defensa, resultado del conflicto que se establece entre<br />

el “ello” por una parte, y el “yo” y el “superyo” por otra, lo que lleva al individuo a un estado de<br />

angustia, la cual constituye un estado semejante a la expectación del peligro y preparación para el<br />

mismo, aunque no sea desconocido.<br />

Estos mecanismos de defensa podrían asemejarse a los mecanismos del consumidor cuando<br />

se enfrenta a ciertos estímulos que no puede hacer efectivos, provocando un estado de frustración y<br />

conflicto, y buscando una salida a través de estos mecanismos de defensa. (Simbolización, Represión,<br />

Proyección, Identificación, Sublimación, Racionalización, Renuncia, Agresión, Regresión)<br />

La diferencia entre la primera etapa y esta segunda se centra en la concepción de los<br />

instintos. El instinto no se va a considerar como una norma de comportamiento programada de<br />

antemano.<br />

Muy lejos de ser definida como una manifestación externa rígida, el instinto se convierte en<br />

un nexo de unión entre lo físico y lo psíquico, un estímulo físico que actúa sobre la mente.<br />

Los instintos se desnudan ante una serie de necesidades orgánicas cuyo efecto provoca una<br />

tensión psicológica, que impulsa al individuo a actuar con el único fin de satisfacer esa necesidad,<br />

y así eliminar la tensión.<br />

La explicación que se da en esta época del receptor era eminentemente paranoica: los<br />

productos comerciales son mostrados como sueños, capaces de satisfacer de una manera encubierta,<br />

los deseos reprimidos, normalmente de índole erótica.<br />

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