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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

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Esta calificación, a menudo no suele coincidir con la realidad que conocemos, la distinción<br />

y la definición de los productos se consigue gracias a un proceso retórico. La retórica,<br />

consecuentemente, está colaborando de forma muy activa en la creación de todas estas distinciones<br />

que logran diferenciar al producto de sus iguales.<br />

En atención a la funcionalidad de la retórica nos parece más propio desechar los términos<br />

de categorías estilísticas o figuras retóricas, para dejar paso a la terminología de recurso retórico.<br />

Será de esta manera como se denominará al fenómeno retórico, en este trabajo, que será<br />

considerado pues, como una de las estrategias en la comunicación publicitaria, como uno de los<br />

medios más eficaces de persuasión.<br />

Asimismo, se pretende abandonar el estudio de la retórica como puro inventario,<br />

pretendiendo llegar al estudio de la retórica como una disciplina integrada en la semiología. Ello<br />

conlleva considerar la retórica como un conjunto de operaciones dependientes del campo semántico<br />

y en consecuencia, subsidiaria y solidaria de una teoría del modo de producción de los signos (Eco,<br />

1978).<br />

Son los años 60 los que marcan la etapa de salida para el estudio semiológico de la<br />

publicidad. Durante estos años, Barthes realiza una investigación acerca del análisis de la imagen<br />

como procedimiento retórico, responsable de la creación de sentidos. A Barthes le seguirán otros<br />

muchos como Durand, quien dará un paso más afirmando que en la imagen pueden descubrirse<br />

figuras y tropos semejantes al de los sistemas verbales.<br />

Muchos otros autores como Peninou (1976), Pignotti (1976), Block de Behar Cardona y<br />

Fernández Berasarte (1979), López, Parada & Simonetti, (1991); Simonetti y Cortéz, (1994),<br />

Carreras (1979), etc., han contribuido fructíferamente al estudio de la retórica en la comunicación.<br />

Siguiendo la tradición de la semiótica, y colaborando con la creación de una, relativamente nueva,<br />

doctrina del estudio de los signos.<br />

Aclarado el concepto que definirá, en esta investigación, a los fenómenos retóricos y el<br />

ámbito en el que se encuadra la semiología, pasaremos aclarar dos de las grandes polémicas que<br />

dividen al colectivo lingüista. Por un lado, la definición y consideración de figuras retóricas, y por<br />

otro, la división entre tropos y no tropos.<br />

Una de las grandes polémicas concernientes a la clasificación de las figuras se centra en<br />

torno a la distinción y definición de tropos y figuras. Pero no es una discusión moderna, ya<br />

Quintiliano planteaba este problema. En la retórica clásica se han utilizado las designaciones de<br />

Tropo y Figura para englobar los recursos retóricos. Esta tarea fue abordada por la retórica clásica<br />

bajo el nombre de tropología. Se establecía una diferencia entre tropo y no tropo. El límite entre<br />

ambos términos lo establecerá su esencia misma.<br />

Los fenómenos retóricos han sido tradicionalmente definidos como transgresiones o desvíos<br />

del uso corriente. Si estas transgresiones hacen referencia al sentido, estaremos hablando de tropos,<br />

mientras que las restantes serán consideradas no tropos. Esta consideración va a marcar la pauta,<br />

para muchos autores, a la hora de establecer los ordenamientos de la Retórica. Éste, junto con el<br />

problema de la definición de las figuras retóricas, ha sido el foco de atención durante muchos años<br />

para lingüistas, filósofos.<br />

La polémica a cerca de la ecuación: “norma – trasgresión” está servida. Para J. M.<br />

Klinkenberg existe dos maneras de solucionar este problema; por un lado, haciendo de la norma y<br />

del desvío no objetos empíricos sino modelos. La segunda manera de retomar el problema, tal y<br />

como defiende la retórica perelmaniana, es mostrar que el desvío figural es siempre contextual: no<br />

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