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América Latina

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164 Kozel, Grossi, Moroni (coords.) / El imaginario antiimperialista en <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

diplomática del gobierno de José Manuel Marroquín y sobre las<br />

negociaciones del ya mencionado tratado Herrán-Hay, el cual se<br />

convierte en el eje vertebrador de la obra. Esto es comprensible,<br />

dado que dichas negociaciones dieron paso a una de las más importantes<br />

respuestas de la opinión pública y del ámbito político colombianos.<br />

Su rechazo por parte del congreso fue la primera y mayor<br />

manifestación antiimperialista de la elite política colombiana, cuyos<br />

miembros cerraron filas ante de un tratado que desde antes de su<br />

presentación ya venía causando problemas a la administración de<br />

Marroquín: “El ex-presidente Miguel Antonio Caro, cabeza de la<br />

oposición de Marroquín, y orador elocuente e implacable, atacó<br />

con vehemencia el tratado Herrán-Hay y convenció a las mayorías<br />

del Congreso y de la opinión, de que dicho tratado era lesivo para<br />

los intereses de la soberanía colombiana” (Santos Molano, 1999: 6).<br />

Las negociaciones previas entre Estados Unidos y Colombia<br />

ya habían provocado la renuncia de Carlos Martínez Silva, quien<br />

fuera el ministro enviado por Marroquín para negociar las condiciones<br />

de una futura ruta interoceánica por Panamá construida por<br />

los Estados Unidos. Martínez Silva renunció después de conocer<br />

que, mientras Colombia llevaba a cabo las negociaciones por él<br />

conducidas, Estados Unidos e Inglaterra habían suscripto el tratado<br />

Hay-Pouncefote. Por este acuerdo, ambos países declaraban Panamá<br />

zona de importancia internacional, imponiendo una serie de<br />

cláusulas similares a las establecidas en el convenio de Constantinopla<br />

(1899) para el manejo, construcción y administración del Canal<br />

de Suez en Egipto. De esta manera, Colombia quedaba fuera de la<br />

negociación. A la renuncia del ministro Martínez Silva, le siguió la<br />

de José Vicente Concha, quien tuvo el inconveniente de encontrarse<br />

con que el congreso de los Estados Unidos “acaba de aprobar el<br />

Bill Spooner, por el cual se adopta la ruta de Panamá, y se autorizó<br />

al presidente Roosevelt a pagar a la compañía francesa dueña de<br />

los derechos, una suma no mayor de 40 millones de dólares y obtener<br />

de Colombia una concesión a perpetuidad sobre una franja<br />

de tierra de seis millas de longitud” (Santos Molano, 1999: 5). Este<br />

pareció haber sido el motivo por el cual el ministro Concha renunció<br />

ante “la proclividad de Marroquín por entregar a los Estados

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