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De las revoluciones a la incertidumbre (1959-1990)<br />

283<br />

“El gobierno de Estados Unidos HA CREADO, DESARROLLADO<br />

Y PUESTO EN FUNCIÓN EN CENTROAMERICA LAS INS-<br />

TITUCIONES Y LOS ORGANISMOS DE LA GUERRA ESPE-<br />

CIAL. Es decir que, hablando en términos amplios, el imperialismo,<br />

en complicidad con las oligarquías y las fuerzas armadas y de seguridad<br />

locales, HA PLANTEADO YA INSTITUCIONALMENTE LA<br />

GUERRA CONTRA LOS PUEBLOS CENTROAMERICANOS”<br />

(Dalton, 2011a: 112; énfasis original).<br />

Esta no es una afirmación liviana. Se hace en un momento en<br />

el que, pese a haberse producido un claro fraude en las elecciones<br />

presidenciales de 1972, el grueso de la militancia antidictatorial seguiría<br />

volcándose a las urnas, con la perspectiva de llegar al poder<br />

por la vía electoral, tanto en las elecciones municipales y legislativas<br />

de 1974, como en las presidenciales de 1977. Sólo quienes,<br />

por ejemplo, siguieron de cerca la reacción estatal a una de las más<br />

importantes movilizaciones –la segunda huelga docente, en 1971–<br />

lograron dar cuenta del cambio en el accionar represivo del Estado<br />

y compararlo con los métodos de la guerra especial. Apelando a un<br />

lenguaje y a unas imágenes muy similares a las utilizadas por Dalton,<br />

Mélida Anaya Montes realiza una enumeración impactante de<br />

las acciones emprendidas contra los manifestantes en 1971, entre<br />

las que se cuentan “capturas, torturas y palizas”, “allanamientos y<br />

ametrallamiento de casas y locales. Terror psicológico (…) Asesinato<br />

de líderes”. Esto le permite sostener que, “(…) en El Salvador ya se están<br />

aplicando métodos propios de la estrategia de contrainsurgencia realmente<br />

antes de que haya una ofensiva de los grupos revolucionarios dispuestos<br />

a emplear las armas como métodos de lucha en la conquista<br />

del poder político” (Anaya Montes, 1972: 189, 190; énfasis propio).<br />

Iguales diagnósticos derivan en iguales conclusiones. Tanto<br />

Anaya como Dalton pasarán de la descripción de este escenario a<br />

un llamamiento explícito a pasar a la vía armada. Para Dalton, la<br />

legislación, el Estado y el Ejército nacional se convierten en “instrumentos<br />

de la guerra especial del imperialismo, en el aparato local<br />

del imperialismo para la guerra especial”. Lo que implica que ya<br />

“no hay vías ‘legales’ hacia el poder, entre el pueblo y el poder político<br />

se interpone el aparato imperialista de las guerras especial y

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