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América Latina

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De las revoluciones a la incertidumbre (1959-1990)<br />

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ejemplos desnudan no solo el deterioro moral del período, sino también<br />

la riqueza de esta manifestación artística. Personajes como “Liborio”,<br />

de Ricardo de la Torriente, “El Bobo”, de Eduardo Abela,<br />

o “El Loquito”, de René de la Nuez, se convirtieron en representaciones<br />

inéditas, en períodos y contextos históricos distintos, pero<br />

siempre como reflejo de un mismo patrón sociocultural. Con un<br />

marcado compromiso social, los mensajes de sus obras desbordaron<br />

la frontera nacional y adquirieron una dimensión latinoamericana.<br />

Con el triunfo de la Revolución Cubana el 1° de enero de 1959,<br />

la caricatura asumió –a través de un discurso renovador– temas<br />

que revelaban la unidad histórico-cultural de los cubanos frente a<br />

las constantes provocaciones del imperialismo yanqui. El avance<br />

del propio proceso fue ocupando un espacio decisivo en el fortalecimiento<br />

de los vínculos entre el emergente Estado socialista y el<br />

pueblo en general. Por vez primera se logró articular un discurso<br />

abiertamente antiimperialista que rechazaba con determinación las<br />

acciones desestabilizadoras de Estados Unidos. La representación<br />

gráfica satírica jugó un papel clave en este sentido, contribuyendo<br />

a expandir este pensamiento y enriqueciendo el acervo cultural del<br />

pueblo cubano.<br />

El discurso iconográfico empleado fue capaz de articular de<br />

manera favorable los intereses políticos identificados con el proceso<br />

revolucionario de Cuba. A su vez, fue reflejo de una conciencia<br />

acrecentada acerca de la necesidad y valor de las imágenes como<br />

vehículo de comunicación con las masas. En el nuevo lenguaje de la<br />

Revolución, las imágenes jugaron un papel destacado.<br />

Frente a la mistificación de la contrarrevolución, las representaciones<br />

humorísticas trataron a la realidad como el principal soporte<br />

de legitimación del proceso histórico que se desarrollaba. Se comenzó<br />

a usar de forma consciente un sistema de símbolos, donde el cartel,<br />

la viñeta y la caricatura vinieron a instrumentar un imaginario<br />

acorde a la percepción y proyección de la situación política existente.<br />

Estimulados por el cambio radical en las nuevas relaciones sociales,<br />

los caricaturistas de esa generación se plantearon la necesidad<br />

de mostrar el proceso en su totalidad, brindando un tipo de narración<br />

que en poco tiempo trascendió el cuadro lógico de su mensaje

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