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América Latina

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380 Kozel, Grossi, Moroni (coords.) / El imaginario antiimperialista en <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

les, elitarios y extranjerizantes. La consecuencia de esa empresa habría<br />

sido la alienación del pueblo venezolano, patología que implica<br />

la desaparición de los conceptos de comunidad política, voluntad<br />

general y bien común, y la frustración de un inmanente proyecto<br />

de nación.<br />

No obstante, este proceso de dominación externa, dependencia<br />

y transculturización no fue para Chávez algo lineal. A sus ojos, el<br />

proyecto democratizador y nacionalista bolivariano experimentó un<br />

resurgir durante los gobiernos militares de Eleazar López Contreras<br />

(1936-1941) e Isaías Medina Angarita (1941-1945). De acuerdo con<br />

Juan Eduardo Romero, el vínculo establecido entre Bolívar y los<br />

generales citados tuvo por propósito “[establecer] una reestructuración<br />

del tiempo histórico, en un intento de desmontar, de deslegitimar<br />

las creencias políticas generadas en el marco de la democracia<br />

populista (1958-1998) […] una idea de democracia que no se ajustó<br />

a las expectativas del pueblo” (Romero, 2005: 367). Al rescatar el<br />

carácter civilista, democratizador y nacionalista de los gobiernos<br />

nombrados, Chávez buscó derribar “el mito de origen” de la democracia<br />

contemporánea venezolana formulado por Acción Democrática,<br />

según el cual el sistema representativo había nacido con el<br />

golpe cívico-militar de 1945 –inaugurador del llamado “Trienio”–,<br />

para tomar forma definitiva en 1958, con la caída del último dictador<br />

–general Marco Pérez Jiménez–. La finalidad de la operación<br />

fue doble: por un lado, “exaltar el carácter ilícito del orden político<br />

establecido por los Adecos” (Romero, 2005: 367); por el otro, destacar<br />

la legítima mancuerna e histórica simbiosis que existiría entre<br />

los militares y el pueblo venezolano, pensados como herederos y<br />

constructores del designio de Bolívar.<br />

De manera que el manejo del tiempo en el discurso de Chávez<br />

se orientó a resaltar el carácter antihistórico del sistema político bipartidista,<br />

en tanto negador del proyecto nacional popular bolivariano.<br />

Los cuestionamientos a la elitista partidocracia –extensibles a<br />

la izquierda partidista y a la experiencia guerrillera de los años sesenta<br />

y setenta– parten de señalar su incapacidad para recrear una<br />

comunidad política histórica y de sembrar “en el alma popular, en el<br />

ente colectivo nacional, una idea que uniera [a las masas]” (Harnec-

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