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316 Kozel, Grossi, Moroni (coords.) / El imaginario antiimperialista en <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

La más elaborada de estas intervenciones fue la “teoría de las cinco<br />

trincheras”. Según esta clave de lectura, Estados Unidos había planteado<br />

una guerra contra Nicaragua basada en una agresión desde<br />

cuatro trincheras; en todas ellas el saldo para el imperio había resultado<br />

netamente negativo. Para D’Escoto, en la trinchera militar, la guerra<br />

contrarrevolucionaria estaría comenzando a ser derrotada; en la<br />

diplomática, la estrategia de aislar a Nicaragua y de bloquearla económicamente<br />

no estaría logrando la aceptación internacional buscada;<br />

en la económica, la solidaridad y el esfuerzo de la revolución estarían<br />

dando los primeros resultados; en la jurídica, en un logro sobresaliente,<br />

la Corte Internacional de La Haya acababa de convalidar el juicio<br />

promovido por Nicaragua contra los Estados Unidos por violación de<br />

los derechos a la autodeterminación de los pueblos.<br />

Partiendo de este diagnóstico, D’Escoto concluía que el próximo<br />

paso sería la invasión lisa y llana de Nicaragua por las tropas de los<br />

Estados Unidos. Este movimiento tenía, para el autor, dos requisitos<br />

previos: el forzamiento de un pretexto de guerra en las fronteras nicaragüenses<br />

y la sensibilización de la opinión pública estadounidense en<br />

orden a obtener su apoyo. Es en esta dirección que el plan norteamericano<br />

habría abierto una quinta trinchera, la teológica. El presidente<br />

Reagan era visto como su cultor más visible. La estrategia consistía<br />

en involucrar argumentos, interpretaciones y símbolos de la tradición<br />

cristiana en la caracterización de la lucha y de sus contendientes. Establecido<br />

el carácter apocalíptico del enfrentamiento, y aclarada por<br />

tanto su urgencia, no cabían más que dos opciones: se estaba con los<br />

Estados Unidos, autoproclamados abanderados del polo del bien, o se<br />

estaba con los terroristas –en este caso Nicaragua–, arrojados al polo<br />

del mal. El mismo planteo traía aparejado el resultado: el triunfo por<br />

aniquilamiento del mal por el bien.<br />

Planteadas así las cosas, D’Escoto consideraba que el combate en<br />

la trinchera teológica era decisivo, y que debía pelearse desde su singular<br />

lógica. Ante la tematización de un involucramiento imperialista<br />

y violento de Dios, era menester contraponerle una visión opuesta<br />

del compromiso divino en la historia. La ocupación de este frente de<br />

guerra se volvía aún más urgente cuanto que los ocupantes “naturales”,<br />

las jerarquías eclesiales de Nicaragua y Estados Unidos, habrían

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