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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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En efecto, avanzaba hacia el centro <strong>de</strong> la plaza la más estrambótica figura que pue<strong>de</strong><br />

ofrecerse a humanos ojos en esos días <strong>de</strong> revueltas políticas, en que todo se transfigura,<br />

y sale a la superficie confundido con la clara linfa el légamo social. Era un hombre a<br />

caballo, mejor dicho, a mulo. Vestía hábitos <strong>de</strong> fraile y traía un Crucifijo en la mano, y<br />

pendientes <strong>de</strong>l cinto sable, pistolas y un látigo. Seguíanle cuatro lanceros a caballo y<br />

ro<strong>de</strong>ábale escolta [62] <strong>de</strong> gritonas mujeres, pilluelos y otra ralea <strong>de</strong> gente <strong>de</strong> esa que<br />

forma el vil espumarajo <strong>de</strong> las revoluciones.<br />

Era el Trapense joven, <strong>de</strong> color cetrina, ojos gran<strong>de</strong>s y negros, barba espesa, con un<br />

airecillo más que <strong>de</strong> feroz guerrero, <strong>de</strong> truhán redomado. Había sido lego en un<br />

convento, en el cual dio mucho que hacer a los frailes con su mala conducta, hasta que<br />

se metió a guerrillero, teniendo la suerte <strong>de</strong> acaudillar con buen éxito las partidas <strong>de</strong><br />

Cataluña. Conocedor <strong>de</strong> la patria en cuyo seno había tenido la dicha <strong>de</strong> nacer, creyó que<br />

sus frailunas vestiduras eran el uniforme más seductor para acaudillar aventureros, y al<br />

igual <strong>de</strong> las cortantes armas puso la imagen <strong>de</strong> Crucificado. En los campos <strong>de</strong> batalla,<br />

fuera <strong>de</strong> alguna ocasión solemne, llevaba el látigo en la mano y la cruz en el cinto; pero<br />

al entrar en las poblaciones colgaba el látigo y blandía la cruz, incitando a todos a que la<br />

besaran. Esto hacía en el momento en que le vemos por la plazuela a<strong>de</strong>lante. Su mulo<br />

no podía romper sino a fuerza <strong>de</strong> cabezadas y tropezones la muralla <strong>de</strong> <strong>de</strong>votos<br />

patriotas, y él afectando una seriedad más propia <strong>de</strong> mascarón que <strong>de</strong> fraile, echaba<br />

bendiciones. El <strong>de</strong>monio metido a evangelista no hubiera hecho su papel con más<br />

donaire. Viéndole [63] fluctuaba el ánimo entre la risa y un horror más gran<strong>de</strong> que todos<br />

los horrores. Los tiempos presentes no pue<strong>de</strong>n tener i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ello, aunque hayan visto<br />

pasar fúnebre y sanguinosa una sombra <strong>de</strong> aquellas espantables figuras. Sus<br />

reproducciones posteriores han sido <strong>de</strong>scoloridas, y ninguna ha tenido popularidad, sino<br />

antes bien, el odio y las burlas <strong>de</strong>l país.<br />

Cuando el bestial fraile, retrato fiel <strong>de</strong> Satanás a caballo, llegó junto al grupo <strong>de</strong> que<br />

hemos hablado, recibió las felicitaciones <strong>de</strong> las tres personas que lo formaban y él les<br />

hizo saludo marcial alzando el Crucifijo hasta tocar la sien.<br />

-Bienvenido sea el padre Marañón -dijo el jefe <strong>de</strong> la Comisión Militar acariciando<br />

las crines <strong>de</strong>l mulo, que aprovechó tal coyuntura para <strong>de</strong>tenerse-. ¿A dón<strong>de</strong> va tanto<br />

bueno?<br />

-Hombre... también uno ha <strong>de</strong> querer ver las cosas buenas -replicó el fraile-. ¿A qué<br />

hora será eso mañana?<br />

-A las diez en punto -contestó Regato-. Es la hora mejor.<br />

-¡Cuánta gente curiosa!... No me han <strong>de</strong>jado rezar, Sr. Chaperón -añadió el fraile<br />

inclinándose como para <strong>de</strong>cir una cosa que no <strong>de</strong>bía oír el vulgo-. Usted, que lo sabe<br />

todo, [64] dígame ¿conque es cierto que se nos marcha el Príncipe?<br />

-¿Angulema? Ya va muy lejos camino <strong>de</strong> Francia. ¿Verdad, padre Marañón, que no<br />

nos hace falta maldita?<br />

-¿Pues no nos ha <strong>de</strong> hacer falta, hombre <strong>de</strong> Dios? -dijo el fraile andante soltando una<br />

carcajada que asemejó su rostro al <strong>de</strong> una gárgola <strong>de</strong> catedral <strong>de</strong>spidiendo el agua por la

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