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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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Miyar, que no era travieso, ni abogado, [<strong>20</strong>4] ni hombre resuelto, pereció en la horca<br />

el 11 <strong>de</strong> Abril.<br />

Mejor le fue a Olózaga con su locura que a Bringas con su mutismo, porque<br />

impacientes los jueces con aquel tenaz silencio, que les impedía <strong>de</strong>spachar pronto,<br />

imaginaron darle un tormento ingenioso, el cual consistía en clavarle en las uñas astillas<br />

o estacas <strong>de</strong> caña. Nada consiguieron con esto; pero Bringas perdió la salud y no salió<br />

<strong>de</strong> la cárcel sino para morirse. Es un mártir oscuro, <strong>de</strong>l cual se ha hablado poco, y que<br />

merece tanta veneración como lástima.<br />

Pepe Olózaga y los amigos <strong>de</strong> Salustiano trabajaban sin reposo. Las comunicaciones<br />

con el preso eran frecuentes, y no sólo recibió este ganzúas y dinero, que son dos clases<br />

<strong>de</strong> llaves falsas, sino también el correspondiente puñal y un poquillo <strong>de</strong> veneno para el<br />

momento <strong>de</strong>sesperado. Antes el suicidio que la horca.<br />

Jenara, que salía <strong>de</strong> noche furtivamente <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Don Felicísimo, iba a don<strong>de</strong> se<br />

le antojaba sin que nadie la molestase, y así pudo ayudar a la familia <strong>de</strong> Olózaga. Hízose<br />

muy amiga <strong>de</strong> la mujer <strong>de</strong>l escribano señor Raya, y también <strong>de</strong> la mujer <strong>de</strong>l alcai<strong>de</strong>. A<br />

la sangre fría <strong>de</strong>l preso primeramente, a la constancia y diplomacia <strong>de</strong> su hermano Pepe,<br />

al oro <strong>de</strong> la familia, y por último, [<strong>20</strong>5] a la compasión y buen ingenio <strong>de</strong> algunas<br />

mujeres, <strong>de</strong>biose la atrevidísima y dramática evasión, que referiremos más a<strong>de</strong>lante en<br />

breves palabras, aunque referida está <strong>de</strong>l modo más elocuente por quien <strong>de</strong>bía y sabía<br />

hacerlo mucho mejor que nadie.<br />

Jenara, preciso es <strong>de</strong>clararlo, no tenía puestos sus ojos en la cárcel <strong>de</strong> Villa por el<br />

solo interés <strong>de</strong> Salustiano y su apreciabilísima familia. Allí, en la siniestra torre que<br />

mo<strong>de</strong>rnamente han pintado <strong>de</strong> rojo para darle cierto aire risueño, estaba un preso menos<br />

joven que Olózaga, <strong>de</strong> gentil presencia y muchísima farándula, el cual pasaba por preso<br />

político entre los rateros y por un ladronzuelo entre los políticos. Era, según Tablas,<br />

hombre <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s fingimientos y transmutaciones, al parecer instruido y cortés.<br />

Figuraba en los registros con dos o tres nombres, sin que se hubiera podido averiguar<br />

cuál era el suyo verda<strong>de</strong>ro. Tablas reveló a la señora que no era ella sola quien se<br />

interesaba por aquel hombre, sino que otras muchas <strong>de</strong> la Corte le agasajaban y<br />

atendían. Las señas que el <strong>de</strong>manda<strong>de</strong>ro indicaba <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong>l preso convencían a<br />

Jenara <strong>de</strong> que era quien ella creía, y más aún las respuestas que a sus preguntas daba<br />

este. No obstante la dama no pudo lograr ver su letra por más que [<strong>20</strong>6] a entablar<br />

correspon<strong>de</strong>ncia le instó por conducto <strong>de</strong>l manda<strong>de</strong>ro. El preso pidió algunas onzas y se<br />

las mandaron con mil amores. Se trabajó con jueces y escribanos para que le soltaran,<br />

estudiose la causa y ¿cuál sería la sorpresa, el <strong>de</strong>specho y la vergüenza <strong>de</strong> Jenara al<br />

<strong>de</strong>scubrir que el preso misterioso no era otro que el celebérrimo Can<strong>de</strong>las, el hombre <strong>de</strong><br />

las múltiples personalida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> los infinitos nombres y disfraces, figura eminente <strong>de</strong>l<br />

reinado <strong>de</strong> Fernando VII, y que compartió con José María los laureles <strong>de</strong> la caballería<br />

ladronera, siendo el héroe legendario <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s como aquel lo fue <strong>de</strong> los campos?<br />

Corrida y enojada la señora <strong>de</strong>scargó su colera sobre Pipaón, a quien puso cual no<br />

digan dueñas, y no le faltaba motivo para ello, porque el astuto cortesano <strong>de</strong> 1815 la<br />

había engañado, aunque no a sabiendas, diciéndole que el que buscaba estuvo primero<br />

en casa <strong>de</strong> Olózaga y <strong>de</strong>spués preso en la Villa con los <strong>de</strong>más conjurados, noticias<br />

ambas enteramente contrarias a la verdad.

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