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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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princesa Isabel, por here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la corona <strong>de</strong> ambos mundos. Esto le dio mucho<br />

contento, y viendo la fecha <strong>de</strong>l <strong>20</strong> <strong>de</strong> Junio marcada para aquel notable suceso, dijo así:<br />

-Para entonces, ya estaremos casados... Es preciso fijar <strong>de</strong>finitivamente esta fecha<br />

que es mi martirio. Ella dice que cuando yo quiera, y yo digo que la semana que entra, y<br />

cuando entra la semana que entra, entran ¡ay! también mis escrúpulos como un tropel <strong>de</strong><br />

acreedores, y así estamos y así vivimos.<br />

Parte <strong>de</strong> los escrúpulos <strong>de</strong> hombre tan bueno provenían <strong>de</strong> sentirse achacoso. No era<br />

ya aquel hombre que engañaba al siglo con sus cincuenta y ocho años disimulados por<br />

una salud <strong>de</strong> hierro, por alientos y espíritu dignos <strong>de</strong> un joven <strong>de</strong> treinta, con ilusiones y<br />

sin vicios. Aquella funesta rotura <strong>de</strong> la pierna había ocasionado en él pérdida brusca <strong>de</strong><br />

la juventud que disfrutaba, y se sentía entrar, con paso vacilante y cojo, en una región<br />

fría y triste que hasta entonces no había conocido. Con las lluvias primaverales y los<br />

cambios <strong>de</strong> temperatura se le renovaron los dolores, complicándose con pertinaz<br />

afección reumática, y el pobre señor estuvo mes y medio sin po<strong>de</strong>r moverse <strong>de</strong> un<br />

sillón.<br />

«¿Apostamos, <strong>de</strong>cía, a que llega también el <strong>20</strong> <strong>de</strong> Junio y se reúnen las Cortes y<br />

juran a la princesa, y yo no habrá soltado aún este grillete que Dios se ha servido<br />

ponerme? ¿Qué presidio es este? ¿Temes, oh, Dios mío, que marche muy a prisa? ¿Esto<br />

es acaso para bien <strong>de</strong> mí alma, amenazada <strong>de</strong> correr <strong>de</strong>masiado y estrellarse?».<br />

¡Y qué pesadas habrían sido las horas <strong>de</strong> aquella temporada, que él [298] llamaba su<br />

con<strong>de</strong>na, si no las aligerasen con su cariño y con mil solicitu<strong>de</strong>s y ternezas las seis<br />

personas que él <strong>de</strong>signaba con el dulcísimo nombre <strong>de</strong> la sacra familia! Sola le cuidaba<br />

como podría cuidarse a un niño enfermo, y <strong>de</strong> su cuenta corría todo lo relativo a aquella<br />

dichosa pierna averiada que no se quería componer sino a medias. Ella parecía haber<br />

robado a los ángeles <strong>de</strong> la medicina el <strong>de</strong>licado arte <strong>de</strong>l apósito, y sus <strong>de</strong>dos eran tan<br />

conocidos <strong>de</strong>l dolor que este les veía cerca <strong>de</strong> sí sin irritarse. Cumplida esta obligación<br />

suprema, la futura esposa <strong>de</strong>l mejor <strong>de</strong> los hombres se ocupaba <strong>de</strong> todo lo <strong>de</strong> la casa con<br />

la diligencia <strong>de</strong> siempre, con más diligencia, si cabe, pues sin sospecharlo, se había ido<br />

acostumbrando a consi<strong>de</strong>rarse partícipe <strong>de</strong> aquel trono doméstico y co-propietaria <strong>de</strong> tan<br />

dulces dominios.<br />

Por las noches, la familia se reunía en el comedor, en torno <strong>de</strong>l patriarca claudicante.<br />

Doña Crucita, que se había <strong>de</strong>dicado a bordar pájaros, <strong>de</strong>spachaba semanalmente una<br />

bandada <strong>de</strong> aquellos preciosos seres, y a veces el comedor parecía una selva americana,<br />

porque los había <strong>de</strong> todos colores, y a<strong>de</strong>más mariposas y florecillas, todo inventado por<br />

la señora que creaba las especies con su rica fantasía, <strong>de</strong> tal modo que se viera muy<br />

perplejo Buffón ante tal maravilla. Este interesante autor era leído algunos ratos en voz<br />

alta por uno <strong>de</strong> los hijos mayores, pues no había lectura más sabrosa que aquella para D.<br />

Benigno, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la <strong>de</strong> Rousseau; y todos se quedaban pasmados oyendo la<br />

magnífica <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>l caballo, la pintura <strong>de</strong>l león, o la peregrina industria <strong>de</strong> los<br />

castores. El mismo muchacho o su hermano solía leer también las Gacetas para dar<br />

variedad a los conocimientos y saber lo que pasaba en Hungría, Cracovia o Finlandia.<br />

Los sucesos <strong>de</strong> España eran los que jamás se sabían por Gacetas ni papelotes, y era<br />

preciso recibirlos por el vehículo <strong>de</strong>l padre Alelí, amigo fiel sobre todos los fieles<br />

amigos, cada vez más perturbado <strong>de</strong> caletre y más difuso <strong>de</strong> explica<strong>de</strong>ras. Por él<br />

supieron que D. Carlos se marchaba a Portugal, haciendo la comedia <strong>de</strong> que su esposa

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