13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

una especie <strong>de</strong> faja mugrienta marcaba el roce <strong>de</strong> muchas generaciones <strong>de</strong> presos, <strong>de</strong><br />

muchas generaciones <strong>de</strong> alguaciles, <strong>de</strong> muchas generaciones <strong>de</strong> jueces y curiales.<br />

Alumbrábala el afligido resplandor <strong>de</strong> un quinqué colgado <strong>de</strong>l techo, que parecía<br />

acababa <strong>de</strong> oír leer su sentencia <strong>de</strong> muerte, y se disponía con semblante contrito a hacer<br />

confesión <strong>de</strong> sus pecados. Como el techo era muy bajo, y los allí presentes se movían <strong>de</strong><br />

un lado para otro en torno al ajusticiado quinqué, las sombras bailaban en las pare<strong>de</strong>s<br />

haciendo caprichosos juegos y cabriolas. En el fondo había la indispensable estampa <strong>de</strong><br />

Su Majestad, y sobre ella un Crucifijo cuya presencia no se comprendía bien, como no<br />

tuviera por objeto el recordar que los hombres casi son tan malos <strong>de</strong>spués como antes <strong>de</strong><br />

la Re<strong>de</strong>nción. [214]<br />

Delante <strong>de</strong> Su Majestad en efigie y <strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong> Cristo crucificado, estaba en pie,<br />

apoyándose en una mesa, no fingido, sino <strong>de</strong> carne y hueso, horriblemente tieso y<br />

horriblemente satisfecho <strong>de</strong> su papel, el representante <strong>de</strong> la justicia, el apóstol <strong>de</strong>l<br />

absolutismo, don Francisco Chaperón, siempre negro, siempre <strong>de</strong> uniforme, siempre<br />

atento al crimen para confundirle don<strong>de</strong> quiera que estuviese en honra y gloria <strong>de</strong>l<br />

Trono, <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n y <strong>de</strong> la Fe católica. Pocas veces se le había visto tan fieramente<br />

investigador como aquella noche. Indudablemente parecía que el tal personaje acababa<br />

<strong>de</strong> llegar <strong>de</strong>l Gólgota y que aún le dolían las manos <strong>de</strong> clavar el último clavo en las<br />

manos <strong>de</strong>l otro, <strong>de</strong>l que estaba <strong>de</strong>trás y en la cruz, sirviendo <strong>de</strong> sarcástico coronamiento<br />

al retrato <strong>de</strong>l señor D. Fernando VII.<br />

A la <strong>de</strong>recha había una mesa don<strong>de</strong> estaban media docena <strong>de</strong> diablejos vestidos con<br />

el uniforme <strong>de</strong> voluntario realista y acompañados por el licenciado Lobo, prestos todos<br />

a lanzar las plumas <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los tinteros. La izquierda era ocupada por un banquillo<br />

pintado <strong>de</strong> color <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong> vaca: en él se sentaba alguien a quien D. Patricio no vio<br />

en el primer momento. El anciano no había salido aún <strong>de</strong> aquel estupor que le<br />

acometiera al ser conducido fuera [215] <strong>de</strong> su casa; miró con cierta estupi<strong>de</strong>z al<br />

tremendo fantasma, miró <strong>de</strong>spués a toda la chusma curialesca que le ro<strong>de</strong>aba, al<br />

licenciado Lobo; miró al Santo Cristo, al Rey pintado, y por fin, clavando los ojos en el<br />

banco <strong>de</strong> color <strong>de</strong> sangre, vio a su adorada hija y compañera.<br />

-¡Sola!... ¡hija <strong>de</strong> mi alma!... -gritó lanzando ronca exclamación <strong>de</strong> alegría-. Tú<br />

aquí... yo también... ¡parece que esto es la cárcel!... ¡el suplicio!...¡la gloria!... ¡mi<br />

<strong>de</strong>stino!...<br />

- XVIII -<br />

Clarísima luz entró <strong>de</strong> improviso en la mente <strong>de</strong>l afligido viejo; <strong>de</strong>saparecieron las<br />

percepciones vagas, las i<strong>de</strong>as confusas para dar paso a aquella siempre fija, inmutable y<br />

luminosa que había dirigido su voluntad durante tanto tiempo, llenando toda su vida<br />

moral.<br />

-Ya estoy en mí -dijo en tono <strong>de</strong> seguridad y convicción-. Soledad... ¡tú y yo en este<br />

sitio! Al fin, al fin Dios ha señalado mi día. ¿No lo <strong>de</strong>cía yo?... ¿no <strong>de</strong>cía yo que al fin<br />

vendría la hora sublime? ¡Destino honroso el nuestro, [2<strong>16</strong>] hija mía! He aquí que no

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!