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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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pulverulentas. Con toda la finura y dignidad <strong>de</strong> su carácter, con toda la cortesía <strong>de</strong> su<br />

educación y toda la tiesura <strong>de</strong> su embalsamado cuerpo expresó sus sentimientos,<br />

diciendo que aquel caso <strong>de</strong> liberalidad <strong>de</strong>bía agra<strong>de</strong>cerse más en una época funesta ¡ay!<br />

en que habían <strong>de</strong>saparecido, por completo los caballeros.<br />

Partieron a los Cigarrales. Allí trascurrían dulces y lentas las horas. El sosiego era<br />

completo, el tiempo <strong>de</strong>licioso, la salud admirable, en concierto dulcísimo con la paz y<br />

alegría <strong>de</strong> las almas.<br />

Salvador y D. Benigno hablaban <strong>de</strong> política, cada cual según su criterio, su<br />

experiencia y diversos conocimientos; el segundo inclinado, a las generalida<strong>de</strong>s, a las<br />

teorías; el primero más aferrado a los hechos, y <strong>de</strong>duciendo <strong>de</strong> la incompatibilidad <strong>de</strong><br />

estos con la i<strong>de</strong>a, <strong>de</strong>sconsoladoras consecuencias; Cor<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>jándose llevar <strong>de</strong>l<br />

optimismo y confiando [455] mucho en el entusiasmo, en la virtud <strong>de</strong> los hombres y en<br />

la fuerza <strong>de</strong> ciertas i<strong>de</strong>as; Salvador inclinándose al pesimismo, revelándose muy<br />

aleccionado por la experiencia, creyendo poco en las personas y menos en las i<strong>de</strong>as<br />

ver<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>sazonadas. D. Benigno opinaba que todos los españoles <strong>de</strong>bían abrazar la<br />

ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la libertad, respetando y enalteciendo siempre la Religión y el Trono:<br />

admitir todos los progresos <strong>de</strong>l siglo, y aplicarlos a las leyes, a las costumbres, al vivir y<br />

al pensar, evitando las guerras y colisiones. Añadía que si todos los españoles no<br />

gustaban <strong>de</strong> entrar por este camino, los rebel<strong>de</strong>s <strong>de</strong>bían ser convencidos a palos, para lo<br />

cual convenía que los libres se armaran formando una milicia organizada, ni más ni<br />

menos que como la famosísima <strong>de</strong> Julio <strong>de</strong>l 22, émula <strong>de</strong> los espartanos en el famoso<br />

Arco <strong>de</strong> Boteros.<br />

Salvador no <strong>de</strong>saprobaba estas i<strong>de</strong>as, pero fiaba poco en los buenos propósitos <strong>de</strong> los<br />

que pensaban como su amigo; fiaba también poquísimo en la milicia, en los palos <strong>de</strong> la<br />

milicia y en la soñada concordia entre la libertad y la Iglesia. Declarando todo su<br />

pensamiento, aseguró que no esperaba ver en toda su vida más que <strong>de</strong>saciertos, errores,<br />

luchas estériles, ensayos, tentativas, saltos atrás y a<strong>de</strong>lante, corrupciones <strong>de</strong> los nuevos<br />

sistemas, que aumentarían los partidarios <strong>de</strong>l antiguo, nobles i<strong>de</strong>as bastar<strong>de</strong>adas por la<br />

mala fe, y el progreso casi siempre vencido en su lucha con la ignorancia.<br />

-Los días mejores -dijo señalando con su bastón el horizonte-, están aún tan lejos que<br />

seguramente ni usted ni yo los veremos. La reforma es lenta, porque el mal es grave y<br />

profundo, y sólo se ha <strong>de</strong> curar trabajándose a sí mismo. Pienso vivir alejado <strong>de</strong> toda<br />

acción política. Estoy abrumado <strong>de</strong> experiencias; he visto mucho; cumplí mi misión.<br />

Hay mil caminos abiertos por don<strong>de</strong> pue<strong>de</strong>n lanzarse los hombres nuevos. Los que no lo<br />

son, <strong>de</strong>ben quedarse a un lado mirando y viviendo. Mi i<strong>de</strong>al está lejos. El tiempo le<br />

tiene tan guardado aún, que no se le vislumbra aquí por ninguna parte. Pero vendrá, y<br />

aunque no hemos <strong>de</strong> ver esa realidad, digna <strong>de</strong> ser admirada, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí nos consuela el<br />

penetrar con el pensamiento en un porvenir oscuro, y contemplar las hermosas<br />

noveda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la España <strong>de</strong> nuestros nietos. En tanto, no puedo tener entusiasmo como<br />

usted, porque no creo en el presente. Me parece que asisto a una mala comedia. Ni<br />

aplaudo ni silbo. Callo, y quizás me duermo en mi luneta. No tengo que soñar en mi<br />

felicidad doméstica, que es ya un hecho positivo; soñaré con ese porvenir lejano <strong>de</strong>

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