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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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-Muero por la libertad como cristiano católico -exclamó ¡Oh! Dios, a quien he<br />

servido, acógeme en tu seno.<br />

Quisieron ayudarle a subir la escalera fatal; pero él <strong>de</strong>sprendiéndose <strong>de</strong> ajenos<br />

brazos, subió solo. El patíbulo tenía tres escaleras; por la <strong>de</strong>l centro subía el reo, por una<br />

<strong>de</strong> las laterales el verdugo y por la otra el sacerdote [347] auxiliante. Cada cual ocupó su<br />

puesto. Al ver que el cor<strong>de</strong>l ro<strong>de</strong>aba su cuello, Sarmiento dijo con enfado:<br />

-¿Y qué? ¿no me <strong>de</strong>jan hablar?<br />

Los sacerdotes habían empezado el Credo. Callaron. Juzgando que el silencio era<br />

permiso para hablar, el patriota se dirigió al pueblo en estos términos:<br />

-Pueblo, pueblo mío, contémplame y une tu voz a la mía para gritar: ¡Viva la...!<br />

Empujole el verdugo y se lanzó con él.<br />

Cayeron <strong>de</strong> rodillas los sacerdotes que habían permanecido abajo, y elevando el<br />

Crucifijo exclamaron consternados:<br />

-¡Misericordia, Señor!<br />

La muchedumbre lanzó el trágico murmullo que indicaba su curiosidad satisfecha y<br />

su fúnebre espanto consumado.<br />

El padre Alelí dijo tristemente:<br />

-Desgraciado, sube al Limbo.<br />

- XXIX -<br />

¿Qué sabía él?... A pesar <strong>de</strong> ser fraile discreto y gran sabedor <strong>de</strong> teología, ¿qué sabía<br />

él si su penitente había ido al Limbo o a otra [348] parte? ¿Quién pue<strong>de</strong> afirmar a dón<strong>de</strong><br />

van las almas inflamadas en entusiasmo y fe? ¿Habrá quien marque <strong>de</strong> un modo preciso<br />

la esfera don<strong>de</strong> el humano sentido merecedor <strong>de</strong> asombro y respeto, se trueca en la<br />

enajenación digna <strong>de</strong> lástima? Siendo evi<strong>de</strong>nte que en aquella alma se juntaban con<br />

extraña aleación la excelsitud y la trivialidad, ¿quién podrá <strong>de</strong>cir cuál <strong>de</strong> estas<br />

cualida<strong>de</strong>s vencía a la otra? Glorifiquémosle todos. Murió pensando en la página<br />

histórica que no había <strong>de</strong> llenar, y en la fama póstuma que no había <strong>de</strong> tener. ¡Oh, Dios<br />

po<strong>de</strong>roso! ¡Cuántos tienen esta con menos motivo, y cuántos ocupan aquella habiendo<br />

sido tan locos como él, y menos, mucho menos sublimes!<br />

FIN DE EL TERROR DE 1824.

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