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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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Cuando Elías Orejón entró en casa <strong>de</strong> D. Felicísimo y pronunció esta frase con<br />

hiperbólico entusiasmo, el famoso Carnicero estuvo a punto <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r el sentido; tan<br />

gran<strong>de</strong> fueron su sorpresa y júbilo. Unidos ambos en estrecho abrazo, diéronse<br />

palmetadas en las espaldas durante un par <strong>de</strong> minutos, sosteniéndose el uno al otro para<br />

no caer al suelo con la fuerza <strong>de</strong>l contento y la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> las piernas. Esto ocurría<br />

poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l fallecimiento <strong>de</strong>l Monarca y tres horas más tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l altercado con<br />

Pipaón, por don<strong>de</strong> se ve, que en un mismo día reservaba la Divina Provi<strong>de</strong>ncia al señor<br />

<strong>de</strong> Carnicero impresiones totalmente contrarias, haciéndole pasar <strong>de</strong> la ira más atroz a<br />

un contento febril y casi rabioso. Los dos viejos expresaron con afán, y quitándose<br />

simultáneamente las palabras <strong>de</strong> la boca, opiniones diversas sobre el suceso, y<br />

proclamaron que Dios había concedido a la monarquía el más precioso <strong>de</strong> los dones,<br />

abriendo camino al soberano verda<strong>de</strong>ramente católico y al Rey <strong>de</strong> verdad. Orejón se<br />

<strong>de</strong>spidió para volver a la noche, trayendo las últimas noticias, y Carnicero se quedó<br />

solo, saboreando en <strong>de</strong>liciosas meditaciones su júbilo apostólico, i<strong>de</strong>ando planes y<br />

consi<strong>de</strong>rando el triunfo rápido <strong>de</strong> la España religiosa sobre la España masónica.<br />

Después fue Salvador a <strong>de</strong>spedirse y a llevar la carta para Cor<strong>de</strong>ro, y otra vez se quedó<br />

solo el anciano con la criada que le aprestó la cena. Doña María <strong>de</strong>l Sagrario, que estaba<br />

muy a mal con su padre por el sofoco <strong>de</strong> Pipaón, le acompañó breve rato y fuese<br />

<strong>de</strong>spués a la casa <strong>de</strong> su sobrino con intento <strong>de</strong> no volver hasta las diez <strong>de</strong> la noche.<br />

Las ocho serían cuando volvió a aparecer Orejón acompañado <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Negri, y<br />

vieron cenar a D. Felicísimo, que entre bocado y bocado [365] había <strong>de</strong> incrustar una<br />

opinión, preguntilla, apóstrofe o interjección apostólica, todo entreverado <strong>de</strong> hipos que<br />

dividían en minúsculas porciones sus conceptos, dando i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo que sería un discurso<br />

en mosaico o una oración en cañamazo.<br />

-A poco <strong>de</strong> dar el último suspiro Su Majestad -dijo el con<strong>de</strong>-, el pobre Sr. Zea reunió<br />

en la Cámara Real a varios militares... He oído hablar <strong>de</strong> Quesada, San Martín, Freire y<br />

otros muchos que no recuerdo... Recibioles la napolitana llorando y gimiendo, y no <strong>de</strong><br />

pesadumbre <strong>de</strong> quedarse viuda, no, sino porque la corona y el trono <strong>de</strong> su hija van<br />

rodando ya como los juguetes <strong>de</strong> las niñas... Pero vean uste<strong>de</strong>s lo que ha discurrido ese<br />

Sr. Zea, ese talentazo, ese inventor <strong>de</strong> la pólvora y <strong>de</strong> los pasteles... Pues nada: rogó a<br />

los militares que juraran <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la sucesión directa y el tronito <strong>de</strong> la titulada, Isabel II.<br />

Tenemos monarquía <strong>de</strong> muñecas... Y ellos juraron, y tras <strong>de</strong> aquellos fueron otros y<br />

juraron también.<br />

-¡Patarata! -exclamó Orejón- todo eso es música, música. También se han reunido<br />

esta tar<strong>de</strong> muchos locos masones, con Aviraneta a la cabeza, y han <strong>de</strong>liberado...<br />

¡Deliberado los postes! ¿cuándo se ha visto eso?... Señores, llegó el momento <strong>de</strong> la gran<br />

barrida. España ha resucitado. Ya nuestro Señor no pue<strong>de</strong> tener el escrúpulo <strong>de</strong><br />

conspirar contra su hermano. El mejor día le veremos aparecer en la raya <strong>de</strong> Portugal<br />

para ponerse al frente <strong>de</strong> nuestros ejércitos... Pero si no se necesitarán ejércitos. Esto se<br />

cae, esto se hun<strong>de</strong>, esto se <strong>de</strong>smenuza. Esto no es monarquía, es una tienda <strong>de</strong> tiroleses.<br />

Por nuestra parte ya sabemos lo que nos correspon<strong>de</strong> hacer, porque tenemos las<br />

instrucciones dadas por Doña Francisca en presunción <strong>de</strong>l caso que ya ha ocurrido.<br />

-Aquí están las instrucciones -dijo Carnicero, soltando el tenedor para sacar un papel<br />

<strong>de</strong> su gaveta.

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