13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

- XVIII -<br />

Veamos ahora lo que pasó aquella noche. Jenara tomó asiento en el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l<br />

señor D. Felicísimo, y Pipaón, acercándose a este, le habló un poco al oído para contarle<br />

lo que a la dama le pasaba. A cada dos palabras que oía, D. Felicísimo articulaba una<br />

especie <strong>de</strong> chillido, un ji ji, que más tenía <strong>de</strong> suspiro que <strong>de</strong> interjección y que al mismo<br />

tiempo expresaba hipo y burla.<br />

-Bueno, bueno -murmuró el anciano moviendo la cabeza en a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong><br />

conciliación-. [178] En mi casa no será molestada; yo le respondo <strong>de</strong> que no será<br />

molestada, ji ji.<br />

-Gracias -dijo la dama secamente tratando <strong>de</strong> darse aire con los restos <strong>de</strong> su abanico.<br />

-El Sr. D. Miguel <strong>de</strong> Baraona y yo fuimos muy amigos -añadió Carnicero, volviendo<br />

a Jenara su faz plana, fría, sin expresión <strong>de</strong> sentimiento alguno-, pero muy amigos.<br />

Cuando aquellas cuestiones <strong>de</strong> la Santa Iglesia Colegial <strong>de</strong> Vitoria con los Canónigos<br />

cuartos (11) <strong>de</strong> frutos <strong>de</strong> Calahorra, vino aquí don José Marqués, canónigo entero, D.<br />

Vicente Morales, racionero medio y D. Andrés <strong>de</strong> Baraona, canónigo cuarto (12) <strong>de</strong><br />

optación, hermano <strong>de</strong> su abuelo <strong>de</strong> usted que también vino. Yo le conseguí el<br />

arcedianato <strong>de</strong> Berberiega para su primo. ¡Cuántas tar<strong>de</strong>s pasamos juntos en este<br />

<strong>de</strong>spacho hablando <strong>de</strong> sermones y Toros! Era en los tiempos <strong>de</strong> Pedro Romero y dicho<br />

se está que había materia para dos buenos aficionados como nosotros. Si el señor <strong>de</strong><br />

Baraona viviera se acordaría <strong>de</strong> cuando vimos la cogida <strong>de</strong> Pepe-Hillo y la célebre<br />

cornada <strong>de</strong> José Cándido, motivada por haberse escupido el toro, con lo que se<br />

atolondró José y quiso matarlo fuera <strong>de</strong> la jurisdicción, recibiendo un encontronazo...<br />

Estas últimas frases no las dirigía D. Felicísimo a Jenara, sino a cierto personaje,<br />

<strong>de</strong>sconocido [179] para nosotros, que a su lado estaba y había entrado poco antes que<br />

nuestros amigos. Era un joven <strong>de</strong> aspecto más bien ordinario que fino, <strong>de</strong> rostro tan<br />

salpicado <strong>de</strong> viruelas, que parecía criba, <strong>de</strong> complexión sanguínea y algo gigántea; <strong>de</strong><br />

ajustada chaqueta vestido, con el pelo corto y la frente más corta acaso. Su facha, su<br />

traje y cierta expresión inequívoca que impresa en su rostro estaba como un letrero,<br />

<strong>de</strong>cían que aquel hombre era <strong>de</strong>l gremio <strong>de</strong> tablajeros, cortadores o tratantes en carnes.<br />

Los tres oficios había tenido, mas con tan poco aprovechamiento, que los cambió por<br />

una plaza <strong>de</strong> <strong>de</strong>manda<strong>de</strong>ro en la cárcel <strong>de</strong> Villa. Era hijo <strong>de</strong> una antigua sirviente <strong>de</strong> D.<br />

Felicísimo y este le había criado en su casa y le tenía bastante cariño. Pedro López, por<br />

otro nombre Tablas (que así le bautizaron en el Mata<strong>de</strong>ro), respetaba mucho a su<br />

protector. Iba a verle diariamente al anochecer, se sentaba a su lado, le hablaba un poco<br />

<strong>de</strong> la cárcel, <strong>de</strong> becerros si era invierno y <strong>de</strong> Toros si era verano; <strong>de</strong>spués le servía la<br />

cena, y por último le acompañaba a rezar el rosario, <strong>de</strong>voción a que no faltó D.<br />

Felicísimo ni en un solo día <strong>de</strong> su vida.<br />

Doña María <strong>de</strong>l Sagrario no tardó en venir. Era una señora que aparentaba más edad<br />

<strong>de</strong> la que realmente tenía, por causa <strong>de</strong> una [180] lamentable emigración <strong>de</strong> todos los<br />

dientes <strong>de</strong> su boca, no quedando en aquellos reinos más que algunas muelas, que<br />

temblando habían pedido también sus pasaportes. Ella no tenía pretensiones <strong>de</strong> belleza<br />

ni aun <strong>de</strong> buen parecer, y así su elegancia era la sencillez, su perfumería la limpieza y su<br />

peinado un trabajo simplicísimo. Este consistía en recoger en una sola trenza los<br />

cabellos fieles que le quedaban y hacer con esta un moño chiquito, el cual, atravesado

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!