13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

No contribuyó poco a su alivio la soledad en que estaba y el no permitir Salvador<br />

que le visitara persona alguna, porque en el hospital los <strong>de</strong>más enfermos se complacían<br />

en calentarle los cascos, contradiciéndole en sus vehemencias o alentándole en sus<br />

maja<strong>de</strong>rías. Una mujer <strong>de</strong> carácter excelente, tan notable por su solicitud como por su<br />

paciencia, le asistía, y un clérigo pacífico le acompañaba algunos ratos. Doña<br />

Hermenegilda, que así se llamaba la dueña, era viuda <strong>de</strong> un guarda-montes <strong>de</strong> la<br />

Borunda y había tenido siete hijos, <strong>de</strong> los cuales, a excepción <strong>de</strong>l más pequeño, que<br />

emigró a las Américas, no quedaba ninguno por haberlos absorbido todos<br />

sucesivamente las distintas guerras <strong>de</strong> la Península, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la famosa <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

hasta la <strong>de</strong> los agraviados en Cataluña. Tan guerreros eran, que en los pequeños claros o<br />

intervalos <strong>de</strong> paz, ninguno supo hacer cosa <strong>de</strong> provecho, y la poca hacienda que tenían<br />

fue pasando a los prestamistas, disolviéndose toda en comilonas, timbas, inútiles viajes,<br />

cacerías y compras <strong>de</strong> armas para camorras. De [387] esto y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sastroso fin <strong>de</strong> todos<br />

ellos, nació en Doña Hermenegilda un aborrecimiento tan vivo <strong>de</strong> las guerras, que no se<br />

le podía mentar nada <strong>de</strong> lo tocante al fiero Marte y su culto sangriento. Ella <strong>de</strong>cía que<br />

una nación <strong>de</strong> cobar<strong>de</strong>s sería la más feliz y próspera <strong>de</strong>l mundo, y cuando le objetaban<br />

que esa nación no sería dueña <strong>de</strong> sí misma porque la esclavizaría cualquier conquistador<br />

extraño, respondía que su bello i<strong>de</strong>al era que todas las naciones <strong>de</strong>l mundo fueran<br />

igualmente cobar<strong>de</strong>s, para que resultara un globo terráqueo poblado en absoluto <strong>de</strong> seres<br />

pru<strong>de</strong>ntes. Doña Hermenegilda no era navarra.<br />

No podía haber escogido Salvador persona más a propósito para cuidar a un hombre<br />

tocado, como se sabe, <strong>de</strong>l mal <strong>de</strong> batallas. No tenía igual seguridad <strong>de</strong> acierto en la<br />

elección <strong>de</strong>l Padre Zorraquín para acompañante y amigo espiritual <strong>de</strong>l enfermo, porque<br />

si bien en ocasiones podría tenerse al tal clérigo por la persona más bondadosa y mansa<br />

<strong>de</strong>l mundo, en otras parecía un si es no es levantisco y ambicioso. Era Zorraquín<br />

capellán <strong>de</strong> unas monjas pobres y no podía ocultar sus febriles ganas <strong>de</strong> llegar a otra<br />

posición eclesiástica más elevada. Ya no era joven el capellán y había <strong>de</strong>jado trascurrir<br />

lo más florido <strong>de</strong> su existencia sin hacer valer los méritos que creía poseer. Todas sus<br />

peroratas sobre este tema <strong>de</strong> la vanidad concluían diciendo: «Ya, ya vendrán tiempos <strong>de</strong><br />

justicia, sí, ya vendrán... Entonces no veremos los coros <strong>de</strong> las catedrales llenos <strong>de</strong><br />

masones con sotana, mientras los buenos eclesiásticos perecen».<br />

No pasaba ya Garrote la mayor parte <strong>de</strong>l día en la cama. Había recobrado las fuerzas,<br />

y su mal, que antes parecía profundamente arraigado y dueño <strong>de</strong> la persona, le permitía<br />

ya algunas horas <strong>de</strong> completo bienestar. Muy sensible al frío, se acercaba con frecuencia<br />

a la lumbre, la observaba con fijeza, arrojando en medio <strong>de</strong> las ascuas su mirada, como<br />

si quisiera encen<strong>de</strong>rla en ellas, y no se movía hasta que, inflamándose su cara con los<br />

rojos reflejos, llegaba a un grado <strong>de</strong> irritación insoportable. Entonces se retiraba,<br />

conservando en su pupila la imagen <strong>de</strong> las brasas <strong>de</strong>slumbradoras. Después <strong>de</strong> dar<br />

algunos paseos por la estancia, hasta enfriarse, volvía junto a las llamas y se extasiaba<br />

contemplando otra vez las lenguas rojas <strong>de</strong> azulada punta, las quemadas astillas que<br />

caían <strong>de</strong>l consumido leño con murmullo <strong>de</strong> hojas secas, y langui<strong>de</strong>cían luego en la<br />

ceniza durmiéndose.<br />

Comía poco. No leía nada, y su única distracción era tirar al florete con su hermano.<br />

Pero este entretenimiento duraba minutos nada más, por la escasa fuerza <strong>de</strong>l<br />

convaleciente. Hablaba tan poco, que a veces [388] hasta se privaba <strong>de</strong> lo necesario por<br />

no pedirlo. En el largo espacio <strong>de</strong> un mes no pasaron <strong>de</strong> tres las conversaciones tiradas<br />

que ambos hermanos sostuvieron. En la primera hablaron <strong>de</strong> las condiciones <strong>de</strong> las

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!