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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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Levantáronse ambas.<br />

-Tiene una hermosa sala el amigo Cor<strong>de</strong>ro -indicó la señora alargando la mano a<br />

Sola, y observando al mismo tiempo las cortinas blancas, las rinconeras, los can<strong>de</strong>leros<br />

<strong>de</strong> plata y las plumas <strong>de</strong> pavo real-. La parte <strong>de</strong> la casa que da a la calle me parece muy<br />

bonita... En fin, en mí tiene usted una servidora... Adiós, hermoso; dame un beso...<br />

¡Ah!, ¿no sabe usted lo que me ocurre en este momento?<br />

La señora que ya iba en camino <strong>de</strong> la puerta, se <strong>de</strong>tuvo, retrocedió algunos pasos y<br />

mirando a Sola fijamente, le dijo así:<br />

-Me olvidaba <strong>de</strong> hacer a usted una pregunta.<br />

Sola esperó, pali<strong>de</strong>ciendo un poco, por sentir corazonada <strong>de</strong> que la tal pregunta iba a<br />

ser <strong>de</strong> cosa triste. Su instinto zahorí lo adivinaba [104] y parecía leer en los ojos <strong>de</strong> la<br />

hermosa dama la pregunta misma con todas sus palabras antes <strong>de</strong> que la primera <strong>de</strong><br />

estas fuese pronunciada.<br />

-Dígame usted -preguntó la señora, afectando poco interés-, aquel caballero, aquel<br />

joven, aquel, en fin, a quien usted llamaba su hermano, ¿dón<strong>de</strong> está?<br />

-No lo sé, señora -replicó Sola pasando bruscamente <strong>de</strong> la pali<strong>de</strong>z al rubor-. Hace<br />

tiempo que no sé nada.<br />

-¿Vive, o qué es <strong>de</strong> él?<br />

-No sé una palabra. Hace dos años que no me escribe... ¿Usted sabe algo?<br />

El rubor <strong>de</strong>sapareció en ella <strong>de</strong>jándola en su natural color y aspecto tranquilo.<br />

-Dos años justos hace que tampoco sé nada... Es muy particular...<br />

Para la astuta dama no pasó inadvertida la circunstancia <strong>de</strong> que si la joven se turbó al<br />

recibir la primera impresión <strong>de</strong> la pregunta, supo contestar con serenidad a ella. Ya<br />

fuese por disimulo, ya porque realmente se interesaba poco por el personaje recordado<br />

tan bruscamente, no se afectó como la otra creía.<br />

-O está aquí -pensó la dama-, y la muy pícara lo oculta con admirable disimulo, o si<br />

no está, ella no se cuida ya <strong>de</strong> él para maldita la cosa. [105]<br />

-Quiero ser franca con usted -dijo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ligera pausa, en que la miró a los ojos<br />

como se miraría en un espejo-. Me dijeron hace días que estuvo en Madrid y que D.<br />

Benigno le había ocultado en su casa.<br />

-¡Aquí!... ¡señora! -exclamó Sola echando sorpresa por sus ojos con tanta naturalidad<br />

que la dama no pudo menos <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rse también-. La han engañado a usted...<br />

Apuesto a que Pipaón... ¡Ah!, ese buen don Juan miente más que habla... Todos los días<br />

viene contando unas patrañas que nos hacen reír. En cuanto a ese <strong>de</strong>sgraciado, yo creo<br />

que no pue<strong>de</strong> ocultarse aquí ni en ninguna parte...

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