13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

mano, la bondadosa boca contraída por la sonrisa, y con la vista un poco extraviada<br />

hacia el techo, cual si intentara dar un susto a las ninfas que por él se paseaban<br />

tranquilas sin meterse con nadie.<br />

La hermosa figura <strong>de</strong>l obispo y el elegante cuerpo negro <strong>de</strong>l jesuita concordaban<br />

admirablemente con aquel fondo o <strong>de</strong>coración palatina. [331] Ambos dijeron algunas<br />

palabras precipitadas que no pudimos oír y salieron a prisa por distintas puertas.<br />

Seguiremos al jesuita guapo, quien rápidamente nos llevó a otra monumental y vistosa<br />

sala don<strong>de</strong> salieron a recibirle dos damas más notables por su rango que por su belleza.<br />

Eran la infanta doña Francisca y la princesa <strong>de</strong> Beira, brasileñas y ambiciosas. La<br />

primera habría sido hermosa si no afeara sus facciones el tinte rojizo, comúnmente<br />

llamado color (21) <strong>de</strong> hígado. La segunda llamaba la atención por su arremangada nariz,<br />

su boca fruncida, su entrecejo displicente, rasgos <strong>de</strong> los cuales resultaba un conjunto<br />

orgulloso y nada simpático, como emblema <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo <strong>de</strong>generado que se usaba<br />

por aquellos tiempos.<br />

El padre Carranza les habló con nerviosa precipitación, y ellas le oyeron con la<br />

complacencia, mejor dicho, con la fe que el buen padre Carranza les inspiraba, y en el<br />

ardiente y vivísimo coloquio, semejante a un secreto <strong>de</strong> confesonario, se <strong>de</strong>stacaban<br />

estas frases: «Dios lo dispone así... veremos lo que resulta <strong>de</strong> ese consejo... ¿y qué hará<br />

esa pobre Cristina?».<br />

Los tres pasaron luego a la pieza inmediata, sólo ocupada en aquel momento por un<br />

hombre, en el cual conviene que nos fijemos por ser <strong>de</strong> estos individuos que, aun<br />

careciendo [332] <strong>de</strong> todo mérito personal y también <strong>de</strong> malda<strong>de</strong>s y vicios, <strong>de</strong>jan a su<br />

paso por el mundo más memoria y un rastro mayor que todos los virtuosos y los<br />

malvados todos <strong>de</strong> una generación. Estaba sentado, apoyado el codo en el pupitre y la<br />

mejilla en la palma <strong>de</strong> la mano, serio, meditabundo, parecido por causa <strong>de</strong>l lugar y las<br />

circunstancias a un gran<strong>de</strong> emperador <strong>de</strong> cuyos planes y <strong>de</strong>signios <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> la suerte <strong>de</strong><br />

toda la tierra. Y la <strong>de</strong> España <strong>de</strong>pendía entonces <strong>de</strong> aquel hombre extraordinariamente<br />

pequeño para colocado en las alturas <strong>de</strong> la monarquía. Tenía todas las cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un<br />

buen padre <strong>de</strong> familia y <strong>de</strong> un honrado vecino <strong>de</strong> cualquier villa o al<strong>de</strong>a; pero ni una<br />

sola <strong>de</strong> las que son necesarias al oficio <strong>de</strong> Rey verda<strong>de</strong>ro. Siendo, como era, rey <strong>de</strong><br />

pretensiones, y por lo tanto batallador, su nulidad se manifestaba más, y no hubo<br />

momento en su vida, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que empezó la reclamación armada <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos, en que<br />

aquella nulidad no saliese a relucir, ya en lo político, ya en lo marcial. Era un genio<br />

negativo, o hablando familiarmente, no valía para maldita <strong>de</strong> Dios la cosa.<br />

Su Alteza se parecía poco al Rey Fernando. Su mirada turbia y sin brillo no<br />

anunciaba, como en este, pasiones violentas, sino la tranquilidad <strong>de</strong>l hombre pasivo,<br />

cuyo <strong>de</strong>stino [333] es ser juguete <strong>de</strong> los acontecimientos. Era su cara <strong>de</strong> esas que no<br />

tienen el don <strong>de</strong> hacer amigos, y si no fuera por los <strong>de</strong>rechos que llevaba en sí como un<br />

prestigio indiscutible emanado <strong>de</strong>l Cielo, no habrían sido muchos los secuaces <strong>de</strong> aquel<br />

hombre frío <strong>de</strong> rostro, <strong>de</strong> mirar, <strong>de</strong> palabra, <strong>de</strong> afectos y <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos, como no fuera el<br />

vehemente prurito <strong>de</strong> reinar. Su boca era gran<strong>de</strong> y menos fea que la <strong>de</strong> Fernando, pues<br />

su labio no iba tan afuera; pero el gran <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> su mandíbula inferior, alargando<br />

consi<strong>de</strong>rablemente su cara, le hacía <strong>de</strong>smerecer mucho. El tipo austriaco se revelaba en<br />

él más que el borbónico, y bajo sus facciones reales se veía pasar confusa la fisonomía<br />

<strong>de</strong> aquel espectro que se llamó Carlos II el Hechizado. A pesar <strong>de</strong>l lejano parentesco, la<br />

quijada era la misma, sólo que tenía más carne.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!