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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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-Pues si usted no se pone contenta, yo me volveré patriota como antes, ea... Así<br />

estaremos los dos iguales... Me marcharé, sí señora, estoy <strong>de</strong>cidido a marcharme... y lo<br />

siento, porque le he tomado a usted mucho cariño, tanto cariño que...<br />

Se echó a llorar y tuvo que correr a ocultar sus lágrimas en la alcoba inmediata.<br />

Tres días <strong>de</strong>spués Sola salió muy <strong>de</strong> mañana, y volvió asaz contenta, disipada la<br />

aflicción y con frescos colores en la cara, que eran como la irradiación <strong>de</strong> su alegría,<br />

<strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong> para contenerse en los límites <strong>de</strong>l alma. [99] Tampoco entonces pudo<br />

el preceptor saber la causa <strong>de</strong> tan rápido cambio; pero contentose con ver los efectos, y<br />

se puso a bailar en medio <strong>de</strong> la sala, diciendo:<br />

-¡Viva mi señora D.ª Solita, que ya está contenta, y yo también! No más lágrimas, no<br />

más suspiros. Señora, si usted me lo permite me voy a tomar la libertad <strong>de</strong> darle un<br />

abrazo.<br />

Soledad aceptó con júbilo la i<strong>de</strong>a, y el anciano la estrechó en sus brazos con fuerza.<br />

-¿Sabe usted -dijo limpiándose una lágrima-, que hoy se quedó la llave en casa, y<br />

que habría podido escaparme si hubiera querido?<br />

-¿Y por qué no saliste, viejecillo bobo?<br />

-Porque no me ha dado la gana, vamos a ver... porque estoy aquí muy re-que-te-bien.<br />

-¡Cosa más rara! -observó Soledad jovialmente-. Ya no quieres salir...<br />

-No señora, no. Vea usted lo que son los gustos. Ya no quiero salir, y no saldré sino<br />

cuando usted me arroje. Así <strong>de</strong> bóbilis bóbilis me he ido acostumbrando a esta vida<br />

tonta, y... No es que yo renuncie al cumplimiento <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>stino; pero ya vendrá la<br />

ocasión, ¿no es verdad, niña mía? Hay más días que longanizas, y tiempo hay, tiempo<br />

hay.<br />

D. Patricio hacía con su mano <strong>de</strong>recha movimientos semejantes al fluctuar <strong>de</strong> las<br />

olas, [100] queriendo expresar <strong>de</strong> este modo el lento rodar <strong>de</strong>l tiempo.<br />

-Ahora, hija mía... no se me enfa<strong>de</strong> usted si le doy este nombre, que me sale <strong>de</strong>l<br />

corazón... sí señor, porque usted se ha portado conmigo como una hija, y es justo que yo<br />

sea un buen padre para usted... Pues <strong>de</strong>cía, hija querida, que si usted no lo tiene a mal...<br />

me estorba en la boca el tratamiento <strong>de</strong> usted... si no te llamo <strong>de</strong> tú, reviento... Pues<br />

<strong>de</strong>cía, hija <strong>de</strong> mi alma, que ya es hora <strong>de</strong> que me <strong>de</strong>s <strong>de</strong> comer.<br />

Un momento <strong>de</strong>spués comían los dos alegremente, <strong>de</strong>partiendo sobre cosas<br />

placenteras, que no hay cosa que tan bien acompañe a un buen apetito como la<br />

conversación amistosa y grata. Por la tar<strong>de</strong>, Soledad preparaba a su viejo una bonita<br />

sorpresa.<br />

-Como te vas portando bien -dijo-, y vas curándote <strong>de</strong> esas i<strong>de</strong>as ridículas, voy a<br />

darte una golosina.

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