13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

(nos consta que empleó la misma frase) por la causa <strong>de</strong> su Reina niña, ganando<br />

volunta<strong>de</strong>s, disuadiendo a este <strong>de</strong> sus herejías apostólicas, fortaleciendo el <strong>de</strong>smayado<br />

espíritu <strong>de</strong> aquel, <strong>de</strong>sbaratando planes, y preconizando en todas partes [341] las<br />

excelencias <strong>de</strong> aquella Monarquía i<strong>de</strong>al, histórica y libre, generosa y fuerte. Dijo<br />

también, que la niña era muy bonita y que los españoles todos la querían mucho, lo<br />

mismo que a su interesante y bondadosa mamá, y, por último, que él (D. Juan) seguía en<br />

sus propósitos <strong>de</strong> siempre, los cuales eran nada menos que <strong>de</strong>rramar la última gota <strong>de</strong> su<br />

inútil sangre por la Reinita <strong>de</strong> tres arios, que había <strong>de</strong> ser (en esto no tenía duda; era una<br />

corazonada, una nueva inspiración divina) que había <strong>de</strong> ser, repetía, no sólo la segunda<br />

Isabel, sino la segunda Isabel la Católica.<br />

Cuentan los testigos presenciales <strong>de</strong> la anterior manifestación Pipaónica, que las<br />

ilustres personas a quienes el cortesano se dirigía no le dieron todo el crédito a que por<br />

sus honrados antece<strong>de</strong>ntes era acreedor D. Juan. Cuentan también que este sacó <strong>de</strong> su<br />

inagotable ingenio nuevas y más enérgicas razones, y hasta se asegura (no garantizamos<br />

la exactitud <strong>de</strong> este último dato) que en los ojos <strong>de</strong>l cortesano brilló una lágrima. Mas,<br />

¿por qué no hemos <strong>de</strong> admitir una versión que tanto honra al bueno <strong>de</strong> Bragas? Sí;<br />

recojamos aquella lágrima <strong>de</strong> lealtad, vertida a los pies <strong>de</strong> una Reina, y guardémosla<br />

para engarzarla veinte años más tar<strong>de</strong> en la corona <strong>de</strong>l marquesado <strong>de</strong> Casa-Pipaón,<br />

concedido para premiar eminentes servicios al Tesoro y al Estado.<br />

Dejando a un lado el testimonio <strong>de</strong> los presentes en aquella escena, a nosotros nos<br />

consta que antes <strong>de</strong> admitir al señor <strong>de</strong> Bragas a la gracia soberana, se le exigieron<br />

pruebas <strong>de</strong> que su adhesión no era una mentira. Que él se apresuró a darlas no hay para<br />

qué <strong>de</strong>cirlo, y que estas pruebas consistieron en una <strong>de</strong>lación circunstanciada <strong>de</strong> todo lo<br />

ocurrido en dos años en casa <strong>de</strong> D. Felicísimo, fácilmente lo compren<strong>de</strong>rá quien haya<br />

penetrado, por estas fieles relaciones nuestras, aquel carácter adornado <strong>de</strong> todas las<br />

virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la serpiente. Y no pararon aquí los servicios prestados a la Monarquía<br />

infantil por el digno personaje, sino que reveló cosas muy hondas, sólo <strong>de</strong> él sabidas, y<br />

en las cuales había tenido cooperación aparente, con el único fin <strong>de</strong> profundizar el<br />

abismo <strong>de</strong> iniquida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l partido mil veces execrable (frase suya) que se aprestaba a<br />

escribir el nombre <strong>de</strong> Dios en las ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong>l asesinato.<br />

Véase aquí cómo supo embarcarse en bajel seguro y mantener en su compañía a la<br />

veleidosa fortuna, su hermana querida y tutelar maestra. El ministro <strong>de</strong> Hacienda, D.<br />

Antonio <strong>Martínez</strong>, que ya le tenía en capilla para <strong>de</strong>jarle cesante <strong>de</strong> su pingüe <strong>de</strong>stino en<br />

el Consejo, cejó en sus intenciones perversas. El ilustre funcionario adquirió<br />

nuevamente el favor que había perdido en Palacio, y no pudiendo lograr que un [342]<br />

Príncipe apadrinara sus felices bodas, encontró marqueses y con<strong>de</strong>s que se ofrecieron<br />

con bonísimo talante a hacerlo. ¡Ejemplo admirable <strong>de</strong> las recompensas que el cielo da a<br />

la gente amaestrada en el supino arte <strong>de</strong> la vida!<br />

La boda se fijó para últimos <strong>de</strong> Setiembre. Mientras la anhelada fecha llegaba,<br />

Pipaón iba tres veces al día a Palacio a enterarse <strong>de</strong> la salud, o mejor dicho <strong>de</strong> la<br />

enfermedad <strong>de</strong>l Rey, la cual se agravaba con tanta rapi<strong>de</strong>z, que el panteón <strong>de</strong>l Escorial<br />

le tenía ya por suyo. Su Majestad andaba con mucha dificultad, comía poco, dormía<br />

menos, y ya se le hinchaba una mano, ya una pierna. El vulgo, que le tenía por cadáver<br />

embalsamado, era en esta creencia menos necio <strong>de</strong> lo que a primera vista parecía, y en<br />

los ataques fuertes casi todo el Rey estaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> vendas negras. Su mirada triste<br />

vagaba por los objetos, como <strong>de</strong>positando en ellos parte <strong>de</strong> aquella tristeza <strong>de</strong> que

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!