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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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-¿Para clérigos, canónigos, guerrilleros, frailes que hacen cartuchos, y aba<strong>de</strong>s que<br />

organizan partidas? Sí, sí, vengan cartas. Nada <strong>de</strong> eso es inútil para mi propósito.<br />

-Entérese usted bien <strong>de</strong> lo que ha pasado -dijo D. Felicísimo, entregando a Salvador<br />

varias cartas, que este empezó a leer con avi<strong>de</strong>z-. Vea usted lo que me escribe el<br />

guardián <strong>de</strong> franciscos <strong>de</strong> Estella... Vea usted también la relación <strong>de</strong>talladísima que <strong>de</strong>l<br />

suceso me hace el prior <strong>de</strong> los <strong>de</strong>scalzos <strong>de</strong> Viana. Ahí verá usted las lin<strong>de</strong>zas <strong>de</strong> su<br />

amigo Seudoquis, que fuma en las iglesias, insulta a las monjas, y dice públicamente<br />

que Dios es isabelino.<br />

-No creo que Seudoquis se haya vuelto tonto.<br />

-Lea usted, lea usted.<br />

Leyendo, el caballero se enteró <strong>de</strong>l caso y tuvo anticipado conocimiento <strong>de</strong><br />

personajes, cosas y lugares que or<strong>de</strong>nó en su mente con asombrosa presteza. Concluida<br />

la lectura, ya había imaginado un plan que no <strong>de</strong>bía sufrir gran variación con la marcha<br />

<strong>de</strong> los sucesos. Para poner en ejecución lo que pensaba, urgía aprovechar el tiempo lo<br />

mejor posible. Su temperamento impaciente se adaptaba a las resoluciones rápidas y a<br />

un procedimiento ejecutivo y precipitado para realizar pronto la i<strong>de</strong>a, anticipándose a<br />

las contrarieda<strong>de</strong>s y tomando la <strong>de</strong>lantera a los peligros. Aquella tar<strong>de</strong> arregló sus cosas,<br />

buscó un cochecito y dio cuantos pasos preliminares creía menester para no hallar<br />

obstáculos en su largo viaje. Ya anochecía cuando escribió una carta a don Benigno<br />

Cor<strong>de</strong>ro, manifestándole lo que más a<strong>de</strong>lante sabrá el curioso lector. Esta carta la <strong>de</strong>jó<br />

en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> D. Felicísimo, previa formal promesa <strong>de</strong> entregarla a Cor<strong>de</strong>ro, que vendría<br />

pronto <strong>de</strong> los Cigarrales y se encontraría en su casa <strong>de</strong> la subida a Santa Cruz.<br />

Despidiose <strong>de</strong>l anciano y partió aquella misma noche. La noticia <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l Rey,<br />

que ya sabía todo Madrid, lejos <strong>de</strong> hacerle <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> su propósito, lo confirmó más en<br />

él, porque iba a empezarse el período <strong>de</strong> cruelda<strong>de</strong>s, amenazas y represalias, precursor<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>namiento <strong>de</strong> la hidra, cuyos broncos rugidos resonaban ya en toda la<br />

Península. No se nos quedará en el tintero un inci<strong>de</strong>nte ocurrido al partir Monsalud <strong>de</strong> la<br />

morada Carniceril. Iba a tientas por el pasillo lóbrego (pues razones económicas habían<br />

retrasado aquella noche, como otras muchas <strong>de</strong>l año, la aparición <strong>de</strong> la luz), cuando <strong>de</strong>l<br />

techo se <strong>de</strong>sprendió un pedazo <strong>de</strong> [363] yeso o cascote, mucho mayor que los que a<br />

todas horas caían. Afortunadamente, al chocar con los puntales se partió en dos o tres<br />

fragmentos, y Salvador no recibió en su cabeza sino uno <strong>de</strong> estos, que produjo un<br />

mediano porrazo, rozándole <strong>de</strong>spués la cara. Cualquier supersticioso habría visto en tan<br />

insignificante suceso augurio adverso o quizás favorable; pero Salvador sacudió <strong>de</strong>l<br />

hombro el yeso y siguió a<strong>de</strong>lante sin contestar a D. Felicísimo, que en la puerta <strong>de</strong> su<br />

cuarto <strong>de</strong>cía:<br />

-¿Qué es eso?... ¿se ha hecho usted daño?... ¿se cae la casa?... ¡luz, luz! [364]<br />

«El Rey ha muerto. ¡Viva el Rey!».<br />

- XVIII -

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