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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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grasienta y ahumada como una cocina <strong>de</strong> hierro, y el resto no ofrecía nada <strong>de</strong> particular.<br />

De sus entrañas negras salía una especie <strong>de</strong> aliento ardoroso y retumbante, cuyo vaho<br />

causaba vértigos. De repente daba unos silbidos tan fuertes que era preciso taparse los<br />

oídos. En verdad aquella máquina infundía miedo. Yo no lo tuve porque no podía fijar<br />

en ella resueltamente la atención.<br />

-¿Se atreve usted a entrar? -me dijo el Marqués.<br />

Yo miré a todos lados y vi reaparecer a mi amor perdido, saliendo <strong>de</strong> entre la<br />

muchedumbre, como el sol <strong>de</strong> entre las nubes.<br />

-No señor, yo me mareo sólo <strong>de</strong> ver un barco -respondí a Falfán-. Estoy satisfecha<br />

con admirar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera esta hermosa invención, y le doy a usted las gracias.<br />

Yo hubiera dado no sé qué porque el vapor echase a andar hacia la eternidad<br />

llevándose <strong>de</strong>ntro al marqués <strong>de</strong> Falfán <strong>de</strong> los Godos.<br />

-¡Oh! -exclamó él-, embarquémonos. Yo le garantizo a usted que no se marea.<br />

Daremos un paseo hasta Aznalfarache. Vea usted cuántas personas entran.<br />

-Pues yo no me <strong>de</strong>cido. Pero no se prive usted por mí <strong>de</strong>l gusto <strong>de</strong> embarcarse.<br />

A<strong>de</strong>ntro, señor mío. Yo me voy a mi casa. [215]<br />

-¡Ah!, no consiento yo que usted vaya sola a su casa -dijo con una galantería cruel<br />

que me asesinaba-. Yo la acompañaré.<br />

-Gracias, gracias... no necesito compañía.<br />

-Es que yo no puedo permitir...<br />

De buena gana habría cogido al Marqués por el pescuezo como se coge a un pollo<br />

<strong>de</strong>stinado a la cazuela, y le hubiera estrangulado con mis propias manos; ¡tal era mi<br />

rabia!<br />

-Al menos -añadió-, ya que lo hemos visto por la popa, vamos a verlo también por la<br />

proa.<br />

Al <strong>de</strong>cir esto el Marqués dirigió sus miradas hacia la Maestranza, y sus i<strong>de</strong>as<br />

variaron <strong>de</strong> súbito.<br />

-Vamos: por allí viene mi señora esposa -dijo señalando-. ¿La ve usted? Por último<br />

se ha atrevido a salir a paseo, aunque no está bien <strong>de</strong> salud.<br />

Miré y vi a la marquesa <strong>de</strong> Falfán que venía con otra señora. También ellas, atraídas<br />

por la curiosidad, se dirigían hacia la Torre <strong>de</strong>l Oro.<br />

-Aguar<strong>de</strong>mos aquí -me dijo el Marqués sonriendo-. Veremos si pasa sin notar que<br />

estamos aquí.

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