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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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hacer pueblo, para gritar, para meter bulla, <strong>de</strong> esa que en los días solemnes <strong>de</strong>sacredita<br />

las mejores causas, entregándose a la ferocidad que le inspiran su cobardía y su<br />

apetito!...<br />

Entre estos y otros dichos y observaciones, llegaron a la calle <strong>de</strong>l Duque <strong>de</strong> Alba,<br />

porque Salvador, no pudiendo sacar cosa limpia y concreta <strong>de</strong> las confusas indicaciones<br />

<strong>de</strong> D. Eugenio, había <strong>de</strong>cidido retirarse a su casa. Echaban el último párrafo en el portal<br />

<strong>de</strong> esta, cuando <strong>de</strong>l [290] <strong>de</strong> la inmediata vieron salir a un hombre silbando el estribillo<br />

<strong>de</strong> una canción político-tabernaria. A pesar <strong>de</strong>l embozo, Aviraneta le conoció al<br />

momento y Salvador también.<br />

-Tablillas -dijo D. Eugenio-, cuartéate aquí, que somos amigos.<br />

El atleta se acercó, examinando con atención recelosa a los dos caballeros.<br />

-Señor Vinagrete y la compañía, buenas noches... Estaba encandilado y no les<br />

conocía.<br />

-¿Está durmiendo ya el Sr. D. Felicísimo?<br />

-Todavía están en brega. Han venido tantos señores esta noche que aquello es la<br />

bóveda <strong>de</strong> San Ginés.<br />

-¿Pues qué, se dan disciplinazos?<br />

-Con la lengua... hablan por los codos, y todo se vuelve manotadas y perjuraciones.<br />

-¿Qué entien<strong>de</strong>s tú por perjuraciones?<br />

-Decir, pongo el caso, señores, muramos por el Trono legítimo.<br />

-¿Y todavía están reunidos?<br />

-Todavía.<br />

-Pero di, ¿no ha venido esta noche la policía? Yo creí que a estas horas D. Felicísimo<br />

y su comunidad estaban echando perjuraciones en la cárcel <strong>de</strong> Corte.<br />

-Vino la policía, sí señor; vinieron tres y llamaron tan fuerte que la casa estuvo si cae<br />

o no cae. Los señores se asustaron, y D. Felicísimo les consolaba diciendo: «no hay<br />

nada que temer, la policía es la policía. Que entre el que llama». Yo bajé a abrir la<br />

puerta, y se colaron tres señores <strong>de</strong> cara <strong>de</strong> perro con bastones <strong>de</strong> porra. Subieron, y al<br />

entrar en la sala, se <strong>de</strong>jaron a un lado las porras y todo fue cortesía limpia y vengan esos<br />

cinco. D. Felicísimo me mandó traer vino y bizcochos, y bebieron, cosa la más<br />

<strong>de</strong>sacostumbrada que pue<strong>de</strong> verse en esta casa; y uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong> porra alzó el vaso y dijo:<br />

«Por el triunfo <strong>de</strong> la monarquía legítima y <strong>de</strong> la religión sacratísima».<br />

-Brindaron.<br />

-Y los tres tomaron el olivo.

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