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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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- VIII -<br />

Las escenas y conversaciones <strong>de</strong> aquella noche <strong>de</strong>jaron en el espíritu <strong>de</strong> Salvador un<br />

<strong>de</strong>jo <strong>de</strong> amargura, y así se esforzaba en apartarlas <strong>de</strong> su memoria, consi<strong>de</strong>rando que<br />

reproducían en pequeño cuadro lastimoso <strong>de</strong> la Nación española. La confusión <strong>de</strong><br />

pareceres, el incesante conspirar con recursos misteriosos y fines mal <strong>de</strong>terminados, las<br />

repugnantes connivencias <strong>de</strong> la policía con los conspiradores <strong>de</strong> todas clases, no eran<br />

cosa nueva para él; pero había cobrado tal odio a estos fenómenos políticos,<br />

manifestación morbosa <strong>de</strong> nuestra miseria, que <strong>de</strong> buena gana se marchara a los<br />

antípodas o a cualquier región apartada dón<strong>de</strong> no oyera ni viera lo que allí mortificaba<br />

sus ojos y sus oídos.<br />

La experiencia, el profundo conocimiento <strong>de</strong> las personas, los viajes y la <strong>de</strong>sgracia,<br />

habíanle dado elementos bastantes para construir en su pensamiento una patria muy<br />

distinta <strong>de</strong> la que pisaba, y la inmensa superioridad <strong>de</strong> esta patria soñada en parangón<br />

con la auténtica era en él motivo constante <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer y aburrimiento. Por eso <strong>de</strong>cía:<br />

-«Mucho han <strong>de</strong> variar las cosas, mucho han <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r los hombres para que la<br />

política <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sventurado país pueda llegar a serme simpática, y como yo, por<br />

muchos años que Dios me conceda, no he <strong>de</strong> vivir lo bastante para ver a mis<br />

compatriotas instruidos en lo que es libertad, en lo que es ley y en lo que es gobernar, lo<br />

mejor será que no me afane por esto, y que <strong>de</strong>je pasar, pasar, contemplando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi<br />

indiferencia los sucesos que han <strong>de</strong> venir, como se miran <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un balcón las figuras <strong>de</strong><br />

una mascarada».<br />

Estos propósitos no eran constantes, porque otras veces meditaba sobre el mismo<br />

tema y hacía las siguientes consi<strong>de</strong>raciones, llenas <strong>de</strong> [293] buen sentido y <strong>de</strong><br />

tolerancia. -«No pue<strong>de</strong> sostenerse en las acciones <strong>de</strong> la vida el criterio pesimista, que<br />

suele ser el disimulo <strong>de</strong>l egoísmo. ¿Quién duda que existen en nuestro país, al lado <strong>de</strong><br />

esa cáfila <strong>de</strong> alborotadores, cabecillas, intrigantes, charlatanes, aventureros, muchos<br />

caracteres nobilísimos, innumerables hombres <strong>de</strong> buena fe, patricios <strong>de</strong>sinteresados,<br />

verda<strong>de</strong>ros y leales que se aplicarían a la política y serían discretos en la i<strong>de</strong>a, enérgicos<br />

en la acción y honrados en la conducta? Pues bien, si yo me siento capaz <strong>de</strong> inculcar a<br />

esos hombres un pensamiento feliz y <strong>de</strong> ayudarles en el <strong>de</strong>sempeño, ¿por qué no he <strong>de</strong><br />

hacerlo?».<br />

Después <strong>de</strong> vacilar un momento se contestaba con amargura, -«Porque no me<br />

creerían. ¿Cómo habían <strong>de</strong> creerme y hacer caso <strong>de</strong> mí, si yo también he sido<br />

alborotador, cabecilla, intrigante, aventurero y hasta un poco charlatán? ¿Si he sido todo<br />

lo que con<strong>de</strong>no, cómo han <strong>de</strong> fiar <strong>de</strong> mí al verme con<strong>de</strong>nar lo que he sido? ¿Si exploté<br />

la industria <strong>de</strong>l pobre en este país, que es la conspiración, cómo han <strong>de</strong> ver en mí lo que<br />

realmente soy? No, yo he quedado inútil en esta refriega espantosa con la necesidad. Ha<br />

salido vivo, sí, pero sin autoridad, sin crédito para tomar en mis labios ese i<strong>de</strong>al noble,<br />

por don<strong>de</strong> van las vías rectas y francas <strong>de</strong>l progreso <strong>de</strong> los pueblos. Mi <strong>de</strong>stino es callar<br />

y arrinconarme, sopena <strong>de</strong> que me tengan por un Aviraneta, cuando no por un Rufete».<br />

Al pensar esto, el propósito <strong>de</strong> con<strong>de</strong>narse a oscuridad perpetua triunfaba en su<br />

ánimo <strong>de</strong> una manera completa. Pero esta oscuridad sin familia y sin afectos era el<br />

cenobitismo más triste que pue<strong>de</strong> imaginarse. Y aquí, en esta lóbrega caverna sin salida,<br />

terminaban las excursiones mentales <strong>de</strong>l misántropo. Pero la salida no era<br />

absolutamente imposible. Si hacía falta una familia, ¿por qué no la buscaba? Hay ciertos

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