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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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El padre Alelí pali<strong>de</strong>ció, <strong>de</strong>mostrando enojo y turbación. Chaperón se mordía los<br />

labios para dominar sus impulsos <strong>de</strong> risa. Ofrecía en verdad la fúnebre capilla<br />

espectáculo extraño, único, el más singular que pue<strong>de</strong> presentarse. Frente al altar veíase<br />

una mujer <strong>de</strong> rodillas, rezando sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> llorar, como si ella sola <strong>de</strong>biera interce<strong>de</strong>r<br />

por todos los pecadores habidos y por haber; en el centro una mesa llena [314] <strong>de</strong><br />

viandas y un reo que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> hablar con <strong>de</strong>senfado y entereza recibía cigarros <strong>de</strong> los<br />

hermanos <strong>de</strong> la Paz y Caridad y los encendía en la llama <strong>de</strong> un cirio; más allá dos<br />

frailes, <strong>de</strong> los cuales el uno parecía vergonzoso y el otro enfadado; enfrente la<br />

tremebunda figura <strong>de</strong> D. Francisco Chaperón, el abastecedor <strong>de</strong> la horca y el terror <strong>de</strong><br />

los reos y <strong>de</strong> los ajusticiados, sonriendo con malicia y dudando si poner cara afligida o<br />

regocijada; todo esto presidido por el Crucifijo y la Dolorosa, e iluminado por la<br />

claridad <strong>de</strong> las velas <strong>de</strong> funeral que daban cadavérico aspecto a hombres y cosas, y allá<br />

más lejos en la sala inmediata una sombra odiosa, una figura horripilante que esperaba,<br />

el verdugo.<br />

D. Francisco Chaperón se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> su víctima. En la sala contigua y en el patio<br />

encontró a varios individuos <strong>de</strong> la Comisión Militar y a otros particulares que venían a<br />

ver al reo.<br />

-¡Que me digan a mí que ese hombre es tonto! -exclamó con evi<strong>de</strong>nte satisfacción-.<br />

Tan tonto es él como yo. No es sino un grandísimo bribón, que aún persiste en su plan<br />

<strong>de</strong> fingirse <strong>de</strong>mente, por ver si consigue el indulto... Ya, ya. Lo que tiene ese bergante<br />

es mucho, muchísimo talento. Ya quisieran más [315] <strong>de</strong> cuatro... Por cierto que entre<br />

bromas y veras ha hablado con un donaire... Al pobre Salmón le ha puesto <strong>de</strong> hoja <strong>de</strong><br />

perejil, y Alelí no ha salido tampoco muy librado <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> este licenciado<br />

Vidriera... Es graciosísimo: véanle uste<strong>de</strong>s... Por supuesto bien se compren<strong>de</strong> que es un<br />

solemnísimo pillo.<br />

Y D. Francisco se retiró, repitiéndose a sí mismo con tanta firmeza como podría<br />

hacerlo un reo ante el juez, que D. Patricio no era imbécil, sino un gran tunante. Tal<br />

afirmación tenía por objeto sofocar la rebeldía <strong>de</strong> aquel insubordinado corpúsculo, a<br />

quien llamamos antes la mónera <strong>de</strong> la conciencia chaperoniana, y que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />

Sarmiento entró en capilla, se agitaba entre el légamo, queriendo mostrarse y alborotar y<br />

hacer cosquillas en el ánimo <strong>de</strong>l digno funcionario. Con aquella afirmación, D.<br />

Francisco aplacó la vocecilla y todo quedó en profundo silencio allá en los cenagosos<br />

fondajes <strong>de</strong> su alma.<br />

- XXVII -<br />

Durante la noche arreció el nublado <strong>de</strong> visitantes, sin que su curiosidad importuna y<br />

amanerada [3<strong>16</strong>] compasión causaran molestia al reo; antes bien recibíalos este como un<br />

soberano a su corte. Situado en pie frente al altar, íbalos saludando uno por uno, con<br />

ligeros arqueos <strong>de</strong> la espina dorsal y una sonrisa protectora, cuya intensidad <strong>de</strong><br />

expresión amenguaba o disminuía según la importancia <strong>de</strong>l personaje. Todos salían<br />

haciéndose lenguas <strong>de</strong> la serenidad <strong>de</strong>l reo, y en la sala-vestíbulo, inmediata al cuerpo<br />

<strong>de</strong> guardia, oíase cuchicheo semejante al que se oye en el atrio <strong>de</strong> una iglesia en noches

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