13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

-¿Y si no vuelve hasta mañana?<br />

-Hasta mañana le esperaré. No me muevo <strong>de</strong> su casa hasta que le vea. Ahora, ahora<br />

sí que no se me escapa, ¿concibes tú que se me pueda escapar?<br />

- XXIX -<br />

Al <strong>de</strong>cir esto, mi corazón, oprimido por tantos <strong>de</strong>sengaños, se ensanchaba llenándose<br />

otra vez <strong>de</strong> esperanza, <strong>de</strong> ese don <strong>de</strong>l cielo que jamás se agota y que a nadie pue<strong>de</strong><br />

faltar.<br />

-Pues no veo yo muy tranquila esta noche [235] la ciudad <strong>de</strong> Sevilla -indicó<br />

Mariana-. Si, como dicen, se ha marchado toda la tropa, pue<strong>de</strong> que nos <strong>de</strong>spertemos<br />

mañana en un charco <strong>de</strong> sangre.<br />

Echeme a reír, burlándome <strong>de</strong> sus ridículos temores, y seguimos avanzando con<br />

bastante presteza hacia la calle <strong>de</strong>l Oeste. Detúveme antes <strong>de</strong> llamar en su casa, para que<br />

un breve <strong>de</strong>scanso disimulara mi sofocación y se amortiguasen las llamaradas <strong>de</strong> mis<br />

mejillas.<br />

-Sentémonos -dije a Mariana-, al amparo <strong>de</strong> este árbol. Ahora no hay gran prisa. Ya<br />

le tengo cogido. Estoy tranquila. Él ha <strong>de</strong> venir a su casa. Ahora, ahora sí que le tengo<br />

en mi mano.<br />

Cuando llamamos en la reja que daba entrada al patio, una mujer nos dijo que el<br />

señor Monsalud no estaba en casa.<br />

-Pues tengo que hablarle precisamente esta noche y le esperaré -dije resueltamente.<br />

Yo no reparaba en conveniencia alguna social. En el estado <strong>de</strong> mi espíritu, nada tenía<br />

fuerza para contenerme. Importábame ya muy poco que me vieran, que me conocieran,<br />

que me señalasen con el <strong>de</strong>do, ni que el vulgo suspicaz y murmurador me hiciera objeto<br />

<strong>de</strong> burlas y comentarios <strong>de</strong>shonrosos.<br />

Al principio vacilaba en <strong>de</strong>jarme entrar la [236] mujer que me abrió la puerta; pero<br />

tanto insté y con tan arrogante autoridad me expresaba, que al fin me llevó a una sala<br />

baja. Allí estaba un viejecillo, que a la débil claridad <strong>de</strong> un velón <strong>de</strong> cobre, arreglaba<br />

baúles y cajas, poniendo en ellos libros, ropa y papeles. Era un tal Bartolomé Canencia.<br />

Él no <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> conocerme; pero se apresuró a saludarme con extremadas urbanida<strong>de</strong>s.<br />

Cual si comprendiera las ansias que yo pa<strong>de</strong>cía aquella noche, me dijo:<br />

-No está en casa, ni puedo asegurar que venga pronto; pero sí que vendrá.<br />

Necesitamos arreglar todo para nuestra partida.<br />

¿Cuándo?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!