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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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padre Alelí logró hacerse oír <strong>de</strong> Sarmiento con mayor interés. Por la noche pareció que<br />

el espíritu <strong>de</strong>l buen viejo se recogía y como que se amilanaba algún tanto, mostrándose<br />

a<strong>de</strong>más en su rostro y cuerpo cierto <strong>de</strong>smayo o fatiga. El patriota no permanecía ya en<br />

pie, sino recostado con abandono en el sillón, fijando la vista en el suelo cual si cayera<br />

en meditación taciturna. Silencio profundísimo reinaba en la cárcel; las velas se habían<br />

consumido mucho y ardían en el último cabo <strong>de</strong> ellas, elevando entre la vacilante luz el<br />

negro pábilo caduco, y <strong>de</strong>rramando cera amarilla en gran<strong>de</strong>s chorros sobre los<br />

can<strong>de</strong>leros y sobre el altar. El Crucifijo y la Dolorosa parecían entregados a un sopor<br />

misterioso. Nunca, como en aquella tristísima hora, había [328] parecido la capilla<br />

lúgubre y conmovedora. Su ambiente <strong>de</strong> panteón daba frío, su luz tenue convidaba a<br />

morirse y enterrarse. Era la madrugada <strong>de</strong>l último día.<br />

No fue insensible el espíritu <strong>de</strong> Sarmiento a esta influencia externa, y conociéndolo<br />

Alelí, le dijo que ya le quedaban pocas horas; que viese lo que hacía si no <strong>de</strong>seaba ar<strong>de</strong>r<br />

perpetuamente en los infiernos. Al oír esto, mirole Sarmiento con <strong>de</strong>sdén y<br />

levantándose <strong>de</strong>l sillón, se puso <strong>de</strong> rodillas.<br />

-Puesto que Su Paternidad quiere que confiese, confesaré -dijo lacónicamente.<br />

-No es preciso que se arrodille usted, hermano mío -indicó el buen fraile<br />

levantándole-. En estos casos permitimos al penitente que haga la confesión sentado<br />

para evitarle cansancio.<br />

-Yo prefiero estar <strong>de</strong> rodillas, porque no soy <strong>de</strong> alfeñique -dijo el reo volviéndose a<br />

hincar-. Ahora, si Vuestra Paternidad tiene oídos, oiga... Yo amo a Dios sobre todas las<br />

cosas. ¿Cómo no amarle, si es fuente <strong>de</strong> todo bien, manantial <strong>de</strong> toda i<strong>de</strong>a, origen <strong>de</strong><br />

toda vida? Él dio la i<strong>de</strong>a moral al mundo, y el mundo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mil luchas, disputas y<br />

sangre, aceptó la ley moral que felizmente lo rige. Después le dio la i<strong>de</strong>a política, es<br />

<strong>de</strong>cir, la libertad, [329] para que se gobernase, y todavía el mundo no la ha aceptado en<br />

su totalidad. Estamos en la época <strong>de</strong> la predicación, <strong>de</strong>l martirio...<br />

-Basta -dijo Alelí con enfado-. Está usted profanando el nombre <strong>de</strong> Dios con<br />

absurdas afirmaciones. Poco a<strong>de</strong>lantamos por ese camino, hermano querido. Confiese<br />

usted su amor a Dios, sin mezcla <strong>de</strong> extravagancia alguna. Me basta con eso por ahora,<br />

y a<strong>de</strong>lante.<br />

-Confieso -añadió el penitente-, que con frecuencia he jurado su santo nombre en<br />

vano, y a<strong>de</strong>más que he usado votos y ternos raros, pues adquirí tiempo ha la pícara<br />

costumbre <strong>de</strong> sacar a todo el Chilindrón y la Chilindraina; pero, con perdón <strong>de</strong> Vuestra<br />

Reverencia, creo que pecados como este no llevan a casa <strong>de</strong> Pedro Botero. Tampoco he<br />

santificado las fiestas como está mandado... <strong>de</strong>sidia, pura <strong>de</strong>sidia y abandono. En el<br />

cuarto, ¿qué he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir sino que jamás he faltado a él ni en pensamiento? Pues en lo <strong>de</strong><br />

matar, si alguien perdió por mí la vida fue en leal acción <strong>de</strong> guerra y cuando el honor <strong>de</strong><br />

mi ban<strong>de</strong>ra me lo mandaba así. No obstante, un pecado grave tengo en lo tocante a este<br />

mandamiento, y ese lo voy a confesar aquí con la boca y con el corazón, porque ha<br />

tiempo pesa sobre mi conciencia, [330] y aunque estoy muy arrepentido, paréceme que<br />

jamás logro echar <strong>de</strong> mí la mancha y peso que me <strong>de</strong>jó. Hallándose preso y enca<strong>de</strong>nado<br />

un vecino mío, padre <strong>de</strong> esta joven que me acompaña, pidió un vaso <strong>de</strong> agua y se lo<br />

negué. ¡Qué infame bellaquería! Pero válgame mi contrición sincera y el cariño ardiente<br />

que <strong>de</strong>spués he puesto en la bendita hija <strong>de</strong> aquel <strong>de</strong>sgraciado.

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