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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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«aquí está la Guardia Real Grana<strong>de</strong>ra» y al mismo tiempo se le aguaron un poco los<br />

ojos. Sola les besó uno tras otro y puso sobre su cama a Juan Jacobo, diciendo:<br />

-¡Cómo ha crecido este!... y ¡qué gordo está! Bendito sea Dios que me ha <strong>de</strong>jado<br />

vivir para que os siga viendo y queriendo a todos.<br />

Cor<strong>de</strong>ro se había vuelto <strong>de</strong> espaldas y hacía como que jugaba con el gato: <strong>de</strong>spués se<br />

quitó las gafas para limpiarlas. Lo que realmente hacía era <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su emoción <strong>de</strong> las<br />

miradas <strong>de</strong> Sola y los chicos. Aun en aquel primer día <strong>de</strong> su convalecencia, pudo Sola<br />

hacer a la Guardia Real Grana<strong>de</strong>ra un obsequio inusitado. Des<strong>de</strong> el día anterior había<br />

guardado cuatro piedras <strong>de</strong> azúcar <strong>de</strong> pilón, y dio una a cada muchacho, <strong>de</strong>stinando la<br />

mayor a Juanito Jacobo, precisamente por ser el más chico y a la vez el más goloso.<br />

-Un ángel -les dijo- que ha venido todas las noches a preguntar por mí y a ver si se<br />

me ofrecía algo, me dio anoche estos terrones para todos, encargándome que no se los<br />

diera [215] si no se habían portado bien. Yo no sé qué tal se han portado...<br />

-Muy mal, muy mal -dijo doña Crucita-. No merecían sino azúcar <strong>de</strong> acebuche y<br />

miel <strong>de</strong> fresno.<br />

-Lo pasado pasado -añadió Sola-. Ahora se portarán bien.<br />

Esto no se había acabado <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir cuando ya se oían los fuertes chasquidos <strong>de</strong> los<br />

dientes <strong>de</strong> Juanito Jacobo, partiendo el azúcar. Los cuatro besaron a la que había hecho<br />

con ellos las veces <strong>de</strong> madre y se retiraron muy contentos. D. Benigno no podía<br />

contener cierta expansión <strong>de</strong> gozosa generosidad que naciendo en su corazón le llenaba<br />

todo entero. Fue tras los muchachos y dio cuatro cuartos a cada uno para que compraran<br />

chufas, triquitraques, pasteles o lo que quisieran. Después le pareció poco y a los dos<br />

mayores les dio una peseta por barba, advirtiéndoles que aquel dinero era para correrla<br />

en celebración <strong>de</strong>l restablecimiento <strong>de</strong> Sola, y por tanto no <strong>de</strong>bía ser metido en la hucha.<br />

Cada uno tenía su hucha con sendos capitales.<br />

Crucita se fue a sus quehaceres y D. Benigno se quedó solo con la Hormiga. En los<br />

días <strong>de</strong> gravedad, cuando le acometía fuertemente la calentura, Sola <strong>de</strong>liraba mucho.<br />

Los individuos conservan en sus <strong>de</strong>svaríos febriles [2<strong>16</strong>] casi todas las cualida<strong>de</strong>s que<br />

les adornan hallándose en estado <strong>de</strong> perfecta salud, y así Sola enferma era diligente,<br />

bondadosa y afable. Agitándose en su lecho con horrible <strong>de</strong>svarío, mandaba a los chicos<br />

a la escuela, le pasaba la lección a Rafaelito, reñía a Juanito Jacobo por romper los<br />

figurines <strong>de</strong>l Correo <strong>de</strong> las Damas, bromeaba con Crucita por cuestión <strong>de</strong> pájaras<br />

lluecas o <strong>de</strong> perros con moquillo, daba ór<strong>de</strong>nes a la criada sobre la comida, se afligía<br />

porque no estaban planchadas las camisas <strong>de</strong> D. Benigno, le pedía a este cigarros para el<br />

padre Alelí, preguntaba a los dos qué plato era el más <strong>de</strong> su gusto para la próxima cena<br />

y hablaba con todos <strong>de</strong> los Cigarrales y <strong>de</strong> cierta expedición que tenían proyectada; era<br />

una reproducción o un lúgubre espejismo <strong>de</strong> su actividad y <strong>de</strong> sus pensamientos todos<br />

en la vida ordinaria. Acontecía que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un largo período <strong>de</strong> exaltación febril,<br />

Sola se quedaba muda y sosegada otro largo rato sin <strong>de</strong>cir más que algunas palabras a<br />

media voz. D. Benigno que atendía a estos monólogos con tanto dolor como interés,<br />

pudo enten<strong>de</strong>r algunas palabras entre ellas: D. Jaime Servet. (13)

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