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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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palmadas, semejantes por su horrible chasquido a una lluvia <strong>de</strong> piedras, se oían estas<br />

voces: «¡A nombrar la Regencia! ¡A nombrar la Regencia!».<br />

-Señora -me dijo el Marqués horrorizado-, estamos en la Convención francesa. Oiga<br />

usted esos gritos salvajes, esa coacción bestial <strong>de</strong> la gente <strong>de</strong> las galerías.<br />

-Van a nombrar la Regencia.<br />

-Antes votarán la proposición <strong>de</strong> Galiano. ¡Atentado sacrílego, señora! Me parece<br />

que asisto [<strong>20</strong>4] a la votación <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Luis XVI.<br />

-¡Qué exageración!<br />

-Señora -añadió con solemne acento-. Estamos presenciando un regicidio.<br />

Yo me eché a reír. Falfán, enfureciéndose por el regicidio que se perpetraba a sus<br />

ojos, e increpando en voz baja a la plebe <strong>de</strong> las galerías, era soberanamente ridículo.<br />

-Lo que más me indigna -exclamó pálido <strong>de</strong> ira-, es que no <strong>de</strong>jen hablar a los que<br />

opinan que Su Majestad no <strong>de</strong>be ser <strong>de</strong>stronado.<br />

En efecto: con los gritos <strong>de</strong> ¡fuera!, ¡que se calle!, ¡a votar!, ahogaban la voz <strong>de</strong> los<br />

pocos que abrazaron la causa <strong>de</strong>l Rey. La Presi<strong>de</strong>ncia y la mayoría, interesadas en que<br />

las tribunas gritasen, no ponían veto a las <strong>de</strong>mostraciones. Veíase al alborotado público<br />

agitando sus cien cabezas y vociferando con sus cien bocas. En la primera fila los<br />

brazos gesticulaban señalando o amenazando, o golpeaban el antepecho con las bárbaras<br />

manos que más bien parecían patas. Muchas señoras <strong>de</strong> la tribuna reservada se<br />

acobardaron y diose principio al solemne acto <strong>de</strong> los <strong>de</strong>smayos. Esto fue circunstancia<br />

feliz, porque la tribuna empezó a <strong>de</strong>spejarse un poco, haciendo menos difícil la salida.<br />

-Señor Marqués -dije tomando la resolución [<strong>20</strong>5] <strong>de</strong> marcharme-. Me parece que es<br />

bastante ya.<br />

-¿Se va usted? Si falta lo mejor, señora.<br />

-Para mí lo mejor está fuera. Aquí no se respira. Adiós.<br />

-Que van a votar. Que vamos a ver quiénes son los que se atreven a sancionar con su<br />

nombre este horrible atentado.<br />

-Ahí tiene usted una cosa que a mí no me importa mucho. ¿Qué quiere usted?, yo soy<br />

así. Dormiré muy bien esta noche sin saber los nombres <strong>de</strong> los que dicen sí.<br />

-Pues yo no me voy sin saberlo. Quiero ver hasta lo último; quiero ver remachar los<br />

clavos con que la Monarquía acaba <strong>de</strong> ser crucificada.<br />

-Pues que le aproveche a usted, señor Marqués... Veo que ya se pue<strong>de</strong> salir. Adiós,<br />

tantas cosas a la Marquesa. Ya sabe que la quiero.

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