13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

obispado <strong>de</strong> León; por otro Santa Iglesia Metropolitana <strong>de</strong> Granada; más allá Juzgado<br />

ordinario <strong>de</strong> Capellanías, Patronatos, Visita Eclesiástica, etc.; junto a esto Tribunal <strong>de</strong><br />

Cruzada, y al lado Racioneros medios patrimoniales <strong>de</strong> Tarazona, [172] Arcedianato<br />

<strong>de</strong> Murviedro o Señores Pabordres <strong>de</strong> Valencia; al opuesto extremo Agustinos<br />

Descalzos; más lejos Reyes Nuevos <strong>de</strong> Toledo, o bien, Nuestra Señora <strong>de</strong>l Favor <strong>de</strong><br />

Padres Teatinos.<br />

Preciso es <strong>de</strong>cir que D. Felicísimo se había distinguido siempre por su celo y<br />

actividad en <strong>de</strong>spachar los mil y mil asuntos que se le confiaban. Les tomaba cariño,<br />

mirándolos como cosa propia, y ponía en ellos sus cinco sentidos y su alma toda en tal<br />

manera que llegó a i<strong>de</strong>ntificarse con ellos y a asimilárselos, trayéndolos como a formar<br />

parte <strong>de</strong> su propia sustancia. Así no había en su larga vida suceso ni acci<strong>de</strong>nte que no se<br />

confundiera con cualquier negocio <strong>de</strong> su lucrativa profesión, y así jamás contaba cosa<br />

alguna sin empezar <strong>de</strong> este o parecido modo: Cuando el señor Vicario Foráneo <strong>de</strong><br />

Paterna venía a esta casa, o bien así: Cuando me convidó a comer el Padre Prepósito<br />

<strong>de</strong> Portaceli...<br />

Otra afición también muy vehemente, aunque secundaria, reinaba en el espíritu <strong>de</strong><br />

nuestro insigne Carnicero; era la afición a los Toros, fiesta que, si no existieran los<br />

negocios eclesiásticos, sería para él cosa punto menos que sagrada. Como ya era tan<br />

viejo y no salía ya <strong>de</strong> casa, contentábase con hablar <strong>de</strong> los Toros pretéritos, poniéndolos<br />

cien codos más altos [173] que los presentes y en estas conversaciones también era<br />

común oírle <strong>de</strong>cir: «Cierto día en que Sentimientos y el señor Rector <strong>de</strong>l Hospital <strong>de</strong><br />

Convalecencia <strong>de</strong> Unciones vinieron a buscarme para ir a ver el encierro...» u otra<br />

frase por el estilo.<br />

La cantidad <strong>de</strong> dinero que D. Felicísimo había ganado en tantos años <strong>de</strong> actividad,<br />

celo y honra<strong>de</strong>z, no era calculable. Algunos la hacían subir a un número gran<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

talegas, otros reducían un poco la cifra; pero el vulgo y los vecinos juraban que siempre<br />

que se daba un golpe en los tabiques <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Carnicero o en el lienzo <strong>de</strong> los<br />

cuadros viejos que allí tenía, sonaba un cierto tintineo como <strong>de</strong> monedas anacoretas que<br />

en todos los huecos y escondrijos habitaban, huyendo <strong>de</strong>l mundo y sus pompas vanas.<br />

Él gastaba poco, tan poco que se había llegado a hacer la ilusión <strong>de</strong> que era pobre,<br />

siendo rico. Contaban que para ilusionar a los <strong>de</strong>más en esta materia se negaba con<br />

tenacidad heroica a dar dinero, y ya podían irle con lamentos los menesterosos, que así<br />

les hacía caso como si fueran predicadores moros. Únicamente se <strong>de</strong>sprendía <strong>de</strong> alguna<br />

cantidad siempre que mediaran garantías y un interés módico, así así como <strong>de</strong> diez por<br />

ciento al mes u otra friolera semejante.<br />

La casa en que vivía era <strong>de</strong> su propiedad y [174] estaba toda blanqueada, sin papeles<br />

ni pinturas, con las vigas <strong>de</strong>l techo apanzadas cual toldo <strong>de</strong> lienzo. Era <strong>de</strong> un solo piso<br />

alto, antiquísima, y en invierno tenía condiciones inmejorables para que cuantos<br />

entraban en ella se hicieran cargo <strong>de</strong> cómo es la Siberia. Había sido edificada en los<br />

tiempos en que la calle <strong>de</strong>l Duque <strong>de</strong> Alba se llamaba <strong>de</strong> la Emperatriz, y ya, con tan<br />

largos servicios, no podía disimular las ganas que tenía <strong>de</strong> reposarse en el suelo,<br />

soltando el peso <strong>de</strong>l techo, estirándose <strong>de</strong> tabiques y pare<strong>de</strong>s para sepultar su cornisa en<br />

el sótano y rascarse con las tejas <strong>de</strong> su cabeza los entumecidos pies <strong>de</strong> sus cimientos.<br />

Pero D. Felicísimo que no consentía que su casa viviera menos que él, la apuntaló toda,<br />

y así <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el portal se encontraban fuertes vigas que daban el quién vive. La escalera,<br />

que partía <strong>de</strong> menguados arcos <strong>de</strong> yeso, también tenía dos o tres muletas, y los

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!