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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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-Sí, que limpien, que <strong>de</strong>spojen...<br />

-Pues ahora -dijo Negri-, contaré yo la conversación que tuve con Su Alteza la<br />

infanta doña Francisca.<br />

-Y yo -añadió Carnicero-, referiré lo que me dijo ayer fray Cirilo <strong>de</strong> Alameda y Brea.<br />

[199]<br />

- XX -<br />

Jenara no pudo dormir en el abominable camastrón que le <strong>de</strong>stinara doña María <strong>de</strong>l<br />

Sagrario, el cual estaba en un cuarto más gran<strong>de</strong> que bonito, todo blanco, todo frío, todo<br />

triste, con alto ventanillo por don<strong>de</strong> venían mayidos y algazara <strong>de</strong> gatos. Al amanecer<br />

pudo aletargarse un poco, y en su <strong>de</strong>svariado sueño creía ver a D. Felicísimo hecho un<br />

<strong>de</strong>monio, ora volando, montado en su pluma, ora <strong>de</strong>scuartizando gente con la misma<br />

pluma, en cuchillo convertida. La casa se le representaba como un lisiado que suelta sus<br />

muletas para arrojarse al suelo, y allí eran el crujir <strong>de</strong> tabiques, el <strong>de</strong>splome <strong>de</strong> pare<strong>de</strong>s,<br />

la pulverización <strong>de</strong> techos, y las nubes <strong>de</strong> polvo, en medio <strong>de</strong>l cual, como ave rapante,<br />

revoloteaba D. Felicísimo llorando con lúgubre graznido, mientras los <strong>de</strong>más habitantes<br />

<strong>de</strong> la casa se asfixiaban sepultados entre cascote y astillas.<br />

Al <strong>de</strong>spertar sin haber hallado reposo, sus ojos enrojecidos reconocieron la estancia,<br />

que más tenía <strong>de</strong> prisión que <strong>de</strong> albergue, y acometida <strong>de</strong> una viva aflicción lloró<br />

mucho. Después [<strong>20</strong>0] las reflexiones, los planes habilísimos que había concebido y<br />

más que nada la valentía natural <strong>de</strong> su espíritu la fueron serenando. Vistiose y acicalose<br />

como pudo, echando muy <strong>de</strong> menos los primores <strong>de</strong> su tocador, y pudo presentarse a<br />

Micaelita y a Doña Sagrario con semblante risueño.<br />

En sus planes entraba el <strong>de</strong> amoldar su conducta y sus opiniones a las opiniones y<br />

conducta <strong>de</strong> los dueños <strong>de</strong> la casa, y así cuando visitó al Sr. D. Felicísimo en su<br />

<strong>de</strong>spacho y hablaron los dos, era tan apostólica que el mismo Infante la habría juzgado<br />

digna <strong>de</strong> una cartera en su ministerio futuro. Según ella, la perseguían por apostólica, y<br />

su apostoliquismo (fue su palabra) era <strong>de</strong> tal naturaleza que la llevaría valientemente a<br />

la lucha y al martirio. Carnicero, que en su marrullería no carecía <strong>de</strong> inocencia (virtud<br />

hasta cierto punto apostólica), creyó cuanto la dama le dijo, y establecida entre ambos la<br />

confianza, el anciano le contaba diariamente mil cosas <strong>de</strong> gran sustancia y meollo,<br />

referentes a la causa. Sirvan <strong>de</strong> ejemplo las siguientes confi<strong>de</strong>ncias.<br />

«¡Bomba, señora! Direle a usted lo más importante que he sabido anoche. Una<br />

monjita <strong>de</strong> las Agustinas Recoletas <strong>de</strong> la Encarnación soñó no hace mucho que el<br />

Infante se ceñía la [<strong>20</strong>1] corona asistido <strong>de</strong> no sé cuántas legiones <strong>de</strong> ángeles. Escribió<br />

su sueño en una esquelita que remitió a Su Alteza, el cual la besó y tuvo con esto un<br />

grandísimo gozo. Me lo ha contado Orejón».<br />

«¡Bomba, señora! La trapisonda <strong>de</strong> Andalucía ha terminado. Los marinos que se<br />

sublevaron en San Fernando están ya fusilados y el bribón <strong>de</strong> Manzanares que

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