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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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-Con mucho gusto llevaré conmigo la imagen <strong>de</strong> mi Re<strong>de</strong>ntor, cuyo ejemplo sigo;<br />

pero no esperen Vuestras Paternida<strong>de</strong>s que yo vaya por la carrera besando una<br />

estampita. A<strong>de</strong>lante.<br />

Al llegar a la calle presentáronle el asno en que había <strong>de</strong> montar, y subió a él con<br />

arrogantes movimientos, diciendo:<br />

-He aquí la más noble cabalgadura cuyos lomos han oprimido héroes antiguos y<br />

mo<strong>de</strong>rnos. Ya estoy en marcha. [345]<br />

Al llegar a la calle <strong>de</strong> la Concepción Jerónima y ver el inmenso gentío que se<br />

agolpaba en las aceras y en los balcones, en vez <strong>de</strong> amilanarse, como otros, se creció, se<br />

engran<strong>de</strong>ció, tomando extraordinaria altitud. Revolviendo los ojos en todas direcciones,<br />

arriba y abajo, <strong>de</strong>cía para sí:<br />

-Pueblo, pueblo generoso, mírame bien, para que ningún rasgo <strong>de</strong> mi persona <strong>de</strong>je <strong>de</strong><br />

grabarse en tu memoria. ¡Oh! ¡si pudiera hablarte en este momento!... Soy Patricio<br />

Sarmiento, soy yo, soy tu gran<strong>de</strong> hombre. Mírame y llénate <strong>de</strong> gozo, porque la libertad<br />

por quien muero renacerá <strong>de</strong> mi sangre, y el <strong>de</strong>spotismo que a mí me inmola perecerá<br />

ahogado por esta misma sangre, y el principio que yo consagro muriendo, lo disfrutarás<br />

tú viviendo, lo disfrutarás por los siglos <strong>de</strong> los siglos.<br />

El murmullo <strong>de</strong>l pueblo crecía entre los roncos tambores, y a él le pareció que toda<br />

aquella música se juntaba para exclamar:<br />

-¡Viva Patricio Sarmiento!<br />

El padre Alelí le mostraba el Crucifijo que en su mano llevaba (el mismo padre<br />

Alelí) y le <strong>de</strong>cía que consagrase a Dios su último pensamiento. Después el venerable<br />

fraile rezaba en silencio, no se sabe si por el reo, o por sus jueces. Probablemente sería<br />

por estos últimos. [346]<br />

Al llegar a la plazuela, Sarmiento extendió la vista por aquel mar <strong>de</strong> cabezas, y<br />

viendo la horca, dijo:<br />

-¡Ahí está!... ahí está mi trono.<br />

Y al ver aquello, que a otros les lleva al postrer grado <strong>de</strong> abatimiento, él se<br />

engran<strong>de</strong>ció más y más, sintiendo su alma llena <strong>de</strong> una exaltación sublime y <strong>de</strong><br />

entusiasmo expansivo.<br />

-Estoy en el último escalón, en el más alto -dijo-. Des<strong>de</strong> aquí veo al mísero género<br />

humano, allá abajo, perdido en la bruma <strong>de</strong> sus rencores y <strong>de</strong> su ignorancia. Un paso<br />

más y penetraré en la eternidad, don<strong>de</strong> está vacío mi puesto en el luminoso estrado <strong>de</strong><br />

los héroes y los mártires.<br />

Al pie <strong>de</strong> la horca, rogáronle los frailes que adorase al Crucifijo, lo que hizo muy<br />

gustoso, besándolo y orando en voz alta con entonación vigorosa.

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